Juanjo Matas Rosúa / Septiembre 2022
Texto revisado y corregido por Eva Aguilera Parejo
Retomamos las entrevistas de nuestra serie «Los rostros del exilio». En esta ocasión hablamos con María Rodríguez, una lojeña de 30 años, doctora en Biomedicina, y que actualmente se encuentra trabajando en el Hospital Erasmus Medical Center de Rotterdam, Holanda.

María Rodríguez en la puerta del centro Erasmus Medical Center de Rotterdam
Vuelven las entrevistas de «Los rostros del exilio» en La Plaza Digital. Para esta ocasión, hemos estado charlando con María Rodríguez García, una lojeña doctora en Biomedicina. Se encuentra trabajando en la ciudad holandesa de Rotterdam, más concretamente, en el hospital Erasmus Medical Center; donde desarrolla una investigación sobre los efectos beneficiosos de la actividad física en la salud mental de niños y adolescentes.
¿Por qué decidiste irte a Holanda, María?
Yo antes de tomar la decisión de venirme a vivir aquí hice dos estancias de algunos meses en Holanda. La primera, cuando cursaba en el último año de la carrera; y la segunda, cuando estaba haciendo el máster. La verdad es que el país me encantó: me vi viviendo aquí, era un país que encajaba con mi filosofía de vida, y la verdad es que me he adaptado muy bien.
Además, en las universidades españolas para poder tener un doctorado internacional necesitas una estancia en el extranjero de mínimo tres meses. Dio la casualidad que algunos compañeros de mi grupo de investigación en Granada conocían a investigadores del hospital donde trabajo ahora. Entonces, me pusieron en contacto con ellos e hice una estancia de tres meses. Durante ese tiempo me encantó el país, mis compañeros de trabajo y, además, los datos que manejaban en este centro eran únicos en todo el mundo para poder realizar mis investigaciones. Después, mandé mi proyecto a varias instituciones para venirme aquí a seguir investigando y tuve la suerte de que me concedieron una beca. No me lo pensé. Ya son casi tres años los que llevo en Países Bajos.
Hay una cosa que me gusta mucho de cómo somos los españoles y que aquí echo mucho de menos, y es lo resolutivos y lo espontáneos que somos
¿Cómo es el proceso de integración en la sociedad holandesa, María? ¿Es una sociedad abierta?
Sí, es una sociedad muy abierta. Especialmente Rotterdam, ya que es una ciudad muy multicultural. Los holandeses son muy abiertos y siempre me he sentido muy acogida aquí. Además, algo muy importante para los extranjeros que venimos es que todo el mundo habla inglés, hasta las personas mayores. Esto facilita un montón que puedas comunicarte y hacer amigos. Yo aún no me he puesto a aprender holandés, aunque eso no esté muy bien por mi parte.
También son muy educados, por ejemplo, en el transporte público. La gente se espera a que los que están dentro del tren bajen antes de subir los que están esperando. La gente va más tranquila. Los españoles somos mucho más nerviosos y siempre vamos con mucha prisa a todas partes [RISAS]. Yo, cuando vuelvo a España, me pongo un poco nerviosa cuando veo a la gente correr tanto.
Otra cosa que me encanta de vivir aquí es el tema de la bici. Puedes recorrer el país entero en bici. Los carriles están geniales y no es como, por ejemplo, en Granada; que vas con la bicicleta y en mitad del carril te encuentras un contenedor. En Holanda es el medio de transporte por excelencia y los coches te respetan al máximo. Yo me siento muy segura cuando voy circulando.
El transporte público, aunque es caro, también funciona genial. Tienes una tarjeta que sirve tanto para bus como para tren. Entonces, puedes llegar, montar tu bicicleta e ir a cualquier parte sin ningún tipo de problema. Está todo muy bien conectado, por lo que te puedes mover por donde quieras.

¿Cuáles crees que son las principales diferencias entre holandeses y españoles?
Hay una cosa que me gusta mucho de cómo somos los españoles y que aquí echo mucho de menos, y es lo resolutivos y lo espontáneos que somos. No nos atascamos ante un problema, siempre intentamos darle solución. Nosotros somos menos planificados; lo que tiene ventajas, e inconvenientes también.
Aquí, en cambio, está todo planificado. Incluso la vida social. Yo, para quedar con amigos holandeses, tres semanas antes tengo que decirles: «Oye, el sábado día 21 a las tres de la tarde vamos a ir a tomarnos un café». Y ellos ya lo ponen en su agenda. Esta planificación total de la vida está bien. Yo vivo menos estresada, porque todo está muy organizado; pero a veces se echa de menos hacer planes improvisados, como hacemos en España. De todas formas, yo me quedo con lo mejor de ambos mundos. Me encanta ser española y vivir en Holanda.
La agenda, entonces, es un elemento fundamental en la vida de los holandeses, ¿no?
Totalmente [RISAS]. Yo ya soy un poco holandesa en ese aspecto. Voy con la agenda a todas partes. Lo curioso también es que, cuando quedas con ellos para hacer algún plan, también ponen la hora de acabar. Es decir, dicen: «Vamos a ir a cenar o a tomar una cerveza de ocho de la tarde a once de la noche». No es como en España, que nos liamos y no sabemos cuándo acabamos.
Otra cosa muy diferente entre los holandeses y nosotros es que pueden desayunar y almorzar todos los días de su vida lo mismo. El típico almuerzo holandés es un sándwich de queso o, en ocasiones, de pan solo. En la cena sí que varían un poco más. Comen pescado o carne., pero el desayuno y la cena es siempre igual. Esto choca un poco cuando, por ejemplo, estamos en el trabajo. Mis compañeros son de diferentes países, cada uno nos llevamos un tipo de comida y ellos siempre comen lo mismo.
Los holandeses no tienen mucha gastronomía propia; pero al ser un país tan multicultural, hay restaurantes de comida de todo el mundo y son muy buenos (coreanos, hindúes, chinos…). La oferta gastronómica, por esa parte, es muy amplia. En España eso se nota: como nuestra comida es tan buena, no hay tanta variedad de comida de otros lugares.
Los holandeses valoran su tiempo y la calidad de vida, ellos aprecian mucho que exista un balance positivo entre trabajo y vida personal
¿Es fácil, entonces, entablar amistad con holandeses?
Con holandeses es más difícil, pero no porque sean cerrados a conocer gente nueva. Es porque no tienen tiempo. Ellos no son como en España, que mezclamos todos los grupos sociales. Ellos tienen su grupo de amigos del instituto, otro de la facultad, su familia, etc.; y no los mezclan. Le dan a cada uno su tiempo. Entonces, echarte un amigo holandés es complicado; pero una vez que lo consigues, ya es para toda la vida. Ya entras en su agenda.
De todas formas, en Rotterdam hay muchos españoles también. Yo tengo mi grupo de holandeses y mi grupo de españoles, ya que es muy necesario para nosotros juntarnos de vez en cuando. Esa vidilla que tenemos nosotros se echa de menos cuando estás fuera.
¿Qué es lo que más echas de menos de España?
A mi familia, mi sobrino, mis amigos y la comida. Sobre todo el jamón, aunque después de muchos años de experiencia he aprendido a envasarlo al vacío. Me hago varios paquetitos, lo voy dosificando y me dura hasta que vuelvo a España a por más [RISAS]. También lo que hemos hablando antes. Cuando estás allí y dices: «Oye, vamos a echarnos unas cervecillas». Eso aquí no se puede hacer. Pero sobre todo a mi familia y a mis amigos.
Cuando te marchas fuera de tu tierra siempre se coge perspectiva con respecto a nuestra sociedad. ¿Qué crees que podríamos aprender de la sociedad holandesa?
Fundamentalmente cómo valoran su tiempo y la calidad de vida. Ellos aprecian mucho que exista un balance positivo entre trabajo y vida personal. Aquí a las seis de la tarde se termina de trabajar y fuera de horario laboral, al menos en mi sector, no se hacen llamadas ni se mandan whatsapps sobre temas laborales. Está muy mal visto, al igual que hablar de trabajo durante los fines de semana. Yo, cuando salgo con mis compañeras fuera de horario laboral, «no puedo» hablar de trabajo. Eso es algo que nos falta en España.
También, el tema de la movilidad y los coches. Al usar mucho la bicicleta, hay menos contaminación en las ciudades y el transporte es más sostenible.
Hay que animar a que los niños y niñas practiquen deporte, ya que en la infancia se desarrollan muchos hábitos que pueden ser determinantes en nuestra salud cuando somos adultos
¿En qué consiste la investigación que estás realizando en Rotterdam, María?
Mi línea de investigación general, tanto en mi tesis como en la investigación que estoy realizando aquí, gira en torno a los beneficios de la actividad física en la salud mental en niños y adolescentes.
Está comprobado, el impacto positivo que tiene el ejercicio en la salud física (ej., en la salud cardiovascular), pero el ámbito de la salud mental es un campo menos “explorado”. Por ejemplo, parece ser que practicar actividad física en etapas tempranas de la vida, se relaciona con menores síntomas depresivos, mayor autoestima o mayor felicidad en general. Estas mejoras tempranas podrían ser determinantes para prevenir trastornos de salud mental más severos en el futuro.
En la investigación que desarrollé en la Universidad de Granada, dentro del programa ActiveBrains, liderado por el catedrático Francisco Ortega, el objetivo principal era explorar los efectos de un programa de ejercicio físico en la salud mental y cerebral de niños con sobrepeso u obesidad. Mientras que aquí, en el Erasmus Medical Center, principalmente investigo para comprender cuales son los principales mecanismos que estarían explicando por qué la actividad física tiene beneficios en la salud mental de los jóvenes.
Descubrir estos mecanismos, tales como el papel que juega el desarrollo cerebral en esta relación, si la mejora en autoestima puede ser determinante, o si otros comportamientos como el sueño podrían estar explicando esas mejoras en salud mental, podría ayudar al diseño de intervenciones de actividad física más eficaces que tenga mayores efectos positivos en la salud mental de los niños y adolescentes.
Lo que sí quiero es animar a que los niños y niñas practiquen deporte, cuanto más mejor, que prueben diferentes para ver cuales les gusta, ya que en la infancia se desarrollan muchos hábitos que pueden ser determinantes en nuestra salud, tanto física como mental, cuando somos adultos.
¿Crees que también te podrías haber desarrollado profesionalmente si te hubieras quedado en Andalucía?
Pienso que sí. Habría sido un desarrollo diferente, pero creo que también me habría ido bien. Sobre todo porque la Facultad de Ciencias del Deporte y mi grupo de investigación granadino están entre los mejores del mundo. Pero siempre es interesante salir fuera, conocer otros espacios laborales y otros países. Es algo que te abre mucho la mente y que aporta mucho, tanto a nivel personal como laboral. Ver cómo viven otras personas en otras partes del mundo y trabajar con otros investigadores es algo que enriquece mucho. Si me hubiera quedado en Andalucía, hubiera sido diferente. No creo que hubiera sido ni peor, ni mejor.