Juan José Matas Rosúa / Febrero 2022
Texto corregido y revisado por Eva Aguilera Parejo
Entrevistamos a Alberto Aranda, director del colegio público rural Monte Hacho. Un centro educativo rural pionero enseñar diseño 3D, robótica y aeronáutica a su alumnado.
Alberto me recibe en su despacho del colegio de la pedanía lojeña de Cuesta de la Palma. Es una de las tres localidades que, junto con Venta del Rayo y Ventorros de la Laguna, componen el colegio rural Monte Hacho.
Mi impresión, tras charlar más de una hora con él, es la de un maestro afable, muy comprometido con la educación de su alumnado, con una visión amplia y moderna de cómo debe ser su educación, orgulloso de su equipo docente y un gran fan de Harry Potter.
Esta foto es del año 1995, en una actuación de navidad en el colegio de Venta del Rayo, hace 27 años. Al lado de la puerta se puede ver al antiguo director del centro, José Luis Lupiañez, que dió clase durante 16 años hasta su jubilación.
Alberto, me hace mucha ilusión hacerte esta entrevista porque este es mi colegio. Tengo grandes vínculos emocionales con él y me enorgullece mucho reivindicarlo y poner en valor el trabajo que aquí se hace. La primera pregunta es sobre tu trayectoria como docente: háblame un poco de ella y también de este centro.
Soy maestro desde el año 2000. Al principio estuve trabajando en colegios de la Costa del Sol y cuando obtuve la plaza definitiva me la dieron aquí en Monte Hacho, en el año 2005. Llevo aquí 17 años y no concibo irme a otro colegio. Me encanta trabajar aquí.
Este colegio antes tenía cuatro sedes: Venta del Rayo, Cuesta de la Palma, Ventorros de la Laguna y Dehesa de los Montes. Pero este último centro lo tuvieron que cerrar por falta de niños. Una pena, la verdad. Entre las tres sedes tenemos unos 80 niños y niñas y 15 maestros y maestras. Pero el número de alumnos ha bajado mucho desde que yo empecé. Antes había unos 110 niños, casi un 30% más de alumnos. Eso es mucho.
De estas tres localidades, es en Venta del Rayo donde hay más crecimiento. Sobre todo gracias a la urbanización nueva, donde viven muchas familias jóvenes con hijos. En Cuesta de la Palma también suelen entrar niños, pero en Ventorros ha habido años en los que no ha entrado ninguno. Y es una pena, porque al final acabará cerrando por falta de alumnos.
Un boletín de notas del año 1999 de Monte Hacho. Se puede ver como el colegio de Dehesa de los Montes aún no estaba cerrado. De los 4 colegios todos han sido reformados excepto el colegio de Venta del Rayo.
Alberto, algo bastante llamativo de este tipo de colegios es que, al haber tan pocos niños, mezclan diferentes cursos en las mismas aulas. ¿Qué opinas de este sistema?
Yo cuando empecé a trabajar aquí nunca había estado en un colegio rural que mezclase cursos. Y, claro, al principio fue como: « Voy a volverme loco. ¡¿Dónde me he metido?!». Porque tu estás acostumbrado a tener 25 niños, pero todos con el mismo libro, del mismo curso. Es todo mucho más homogéneo. Claro, aquí hay clases que mezclan primero, segundo y tercero de primaria o cuarto, quinto y sexto. Entonces, cuando llegas, quieres llevarlo todo para adelante a la vez y así no puede ser. Luego, te vas dando cuenta de que todos los niños pueden aprenderlo todo.
En mi caso, que soy maestro de inglés, noto perfectamente que, cuando explico al niño de cuarto, el de tercero escucha lo que estoy diciendo y viceversa. Entonces, cuando el más pequeño llegue al curso siguiente, todo le sonará mucho; porque ha estado escuchándome como explicaba a sus compañeros más mayores. Y al que está en el curso más bajo le sirve de repaso oír las clases de años anteriores. Esto no significa que no tengan su temario específico cada uno, que lo tienen; pero yo intento hacer todas las actividades que puedo globales, para todos. La dinámica educativa es totalmente diferente a la de un colegio normal.
Maestros de la Venta del Rayo de izquierda a derecha: Luis Carlos Berdugo, Inmaculada Pareja, Paloma Derqui y Paola Alonso
¿Piensas entonces que es positivo para el aprendizaje de los niños y niñas que los cursos estén mezclados?
Sí. Y es la opinión de la mayoría de los maestros que trabajamos aquí. Claro, siempre que sean grupos pequeños, como los que tenemos. En grupos grandes sería imposible este modelo. En los grupos pequeños los niños están muy motivados.
Los resultados educativos nos avalan: la mayoría de estos niños van al instituto de la Alfaguara y lo que a mí me dicen desde allí es que van muy bien preparados. Esto significa que la forma de enseñar en estos colegios es buena. Los resultados, que a fin de cuentas son por lo que nos evalúan las Administraciones, son buenos.
En un principio te pedí la entrevista para que me explicases el proyecto de impresión en 3D que estáis desarrollando con los alumnos. Cuéntame un poco más sobre él, cómo surgió, etc.
Todo esto viene a partir de una premisa que tengo tanto yo, como el resto del equipo educativo el colegio: darles a estos niños todos los estímulos posibles y ofrecerles diferentes opciones y ramas de conocimiento; ya que las localidades dónde están los colegios son muy pequeñitas y tienen muy poca vida cultural. A diferencia de los niños que viven en Loja, que pueden tener cine, teatro, biblioteca o muchas actividades extraescolares; aquí no hay nada de eso.
En estas localidades el único polo de dinamización de cultura son los colegios. Y queremos ofrecerles a los niños todas las posibilidades que estuvieran en nuestra mano para que no tuviesen un peor nivel que los niños de Loja o de otras ciudades. Siempre estamos pensando en qué podemos ofrecerles. Siempre estamos formándonos para poder desarrollar proyectos diferentes y estimulantes para ellos.
Uno de los alumnos del colegio Monte Hacho diseñando en 3D una figura para su posterior impresión.
Luego, a mí me gusta mucho el tema de la tecnología. Siempre que puedo en mi vida personal estoy investigando cosas que le puedan llamar la atención a los alumnos. De esa curiosidad surgió el tema de comprar impresoras 3D para que los niños diseñasen sus cosillas. Me tragué varias docenas de documentales en YouTube sobre diseño 3D, cuáles programas usar, materiales… Y cuando más o menos sabíamos lo que queríamos y cómo hacerlo, compramos las impresoras, una para cada colegio.
Empecé a diseñar con ellos formas simples y objetos sencillos. Un día que estaba con un alumno, mientras me observaba me dijo: «¡Maestro, pero si esto es como el Minecraft»!. Y me di cuenta de que ya sabía más que yo. Ellos en su cabeza, de jugar al juego de construcción Minecraft, aprenden 10 veces más rápido que cualquiera de nosotros. Este niño en ese mismo día ya me estaba diseñando un monstruo con sus cuernos y sus colmillos. Es increíble la capacidad que tienen.
Han diseñado un montón de cosas: piezas de ajedrez, los protagonistas de La historia interminable; porque este año hemos estado trabajando con ese libro de lectura. Entonces, han hecho en 3D a los protagonistas como el dragón Fújur o la tortuga Morla.
Maestros de Cuesta de la Palma, de izquierda a derecha: Fernando Filter, Marcos Díaz, Mª Carmen Jiménez, Sonia Romero y Vanessa Saavedra.
También este tema del diseño 3D está muy relacionado con las matemáticas, por lo que también les sirve para adquirir conocimientos de esta rama. Tienen que hacer cambios de medidas, de centímetros a milímetros o relacionadas con los volúmenes; por lo que es muy útil para su aprendizaje.
Yo es que pienso que muchas veces los chavales, cuando llegan al instituto, y luego no siguen estudiando no lo hacen por vagos; sino porque no encuentran nada que los estimule, que les despierte curiosidad. Nosotros intentamos aquí que eso en el futuro no les pase, que al menos aquí prueben y experimenten con disciplinas diferentes, y que en el futuro les pueda servir para elegir alguna profesión o carrera. Y por desgracia, el abandono escolar en zonas rurales es mayor.
Por teléfono me comentaste que además del proyecto de diseño en 3D estabais trabajando en un proyecto de robótica. Cuéntame más sobre esta iniciativa.
El año pasado solicitamos un programa de robótica de los que ofrece la Junta de Andalucía: el programa STEAM, que mezcla varias áreas de la enseñanza con la robótica. Nosotros estamos encantados con que nos lo aprobasen, ya que ese tipo de programas vienen acompañados de dotaciones económicas o en materiales muy importantes. Y todo lo que nos llegue es bueno y útil para el alumnado.
El progreso mediante el cual los alumnos van aprendiendo a hacer robots dura varios cursos: primero, se familiarizan con los materiales de construcción; luego, tienen que ir aprendiendo a construir pequeños circuitos.
Para ir más rápido en este aspecto queremos comprar unos legos que hay ahora con los que puedes construir pequeños robots. Traen todas sus piezas, sus motores y un módulo bluetooth para conectarlo al móvil o a la tablet, y desde ahí controlar los robots y programarlos. Estoy seguro de que le van a encantar a los niños y van a aprender mucho con ellos.
Maestros de Ventorros de la Laguna, de izquierda a derecha: Belén Santiago, Alicia Aranda, Alicia Porras, Yolanda Ortigosa y Alberto Aranda.
Entiendo, entonces, que para llevar a cabo estos programas vosotros os formáis fuera de vuestro horario del colegio y así poder impartir este tipo de materias, ¿no?
Sí, claro. Nosotros dedicamos mucho tiempo fuera del cole a formarnos. Tenemos un gran equipo docente que tiene mucho interés en sus alumnos y dedica mucho trabajo a poder desarrollar este tipo de proyectos, que suelen ser complejos.
¿En qué consiste el programa STEAM de aeronáutica que también os han concedido?
Este proyecto es interesantísimo ya que se hace en colaboración con la Agencia Espacial Europea, que busca involucrar a las comunidades educativas en estos programas. Su objetivo es que los niños de la Unión Europea se familiaricen con la investigación aeroespacial, que tengan interés y obtengan conocimientos. Es como crear una especie de “cantera” de científicos, investigadores, ingenieros, etc.
Materiales del proyecto sobre aeronáutica.
El coordinador de este proyecto soy yo. Hemos estado en Granada en el Centro de Formación de Profesorado aprendiendo sobre este proyecto. Primero, te dan una serie de materiales para montar las aeronaves. Por ejemplo: cobre, acero o plástico. Te las dan en daditos y tú tienes que hacer experimentos con los niños: ver cuál rebota más, cuál conduce mejor el calor o el frío o cuál es más densa. Mientras, les vas haciendo preguntas a los niños: «¿Cuál sería mejor para chocar? ¿Cuál conduciría mejor el calor?» Para que ellos vayan reflexionando y pensando.
También en la web del proyecto hay muchísimos recursos para el estudio de los planetas, del sistema solar o de los exoplanetas. Y lo más chulo de ese programa es que pueden construir un satélite en una lata, un satélite real, que la ESA manda al espacio. También pueden comunicarse con los astronautas que están en la Estación Espacial Internacional. En fin, son cosas con las que ellos ven que el trabajo que están haciendo llega y se transforma en algo real.
A raíz de este proyecto también hemos contratado un planetario portátil para que lo vean los niños en el Día de la Paz. Es otra actividad que seguramente, si no la hacemos nosotros, pues no la puedan disfrutar.
«No atiendes igual a 25 niños que a 8. Aquí muchas veces las clases son clases particulares, porque estás encima de ellos y puedes atenderles individualmente»
¿Cuáles son los principales retos y desafíos que plantean este tipo de colegios rurales frente a los de las áreas urbanas?
Como elemento diferenciador está claro: el número de alumnos y el tipo de enseñanza que se imparte es totalmente diferente. No atiendes igual a 25 niños que a 8. Aquí muchas veces las clases son clases particulares, porque estás encima de ellos y puedes atenderles individualmente, con todas las dificultades que hay también. Por ejemplo, al haber tan pocos niños apenas se pueden hacer actividades en grupo. También tienes que exprimirte más y salen cosas muy bonitas porque los niños son más creativos.
Pero pienso que el principal reto es la despoblación de los pueblos que componen los tres colegios. Una de las cosas que más pena da es que debido a la despoblación por mucho que te esfuerces al final, alguno de los colegios acabará cerrando. Lo que prima es el trabajo de las familias. Si encuentran trabajo en otro sitio, pues se van. No se quedan, aunque estén encantados con el colegio y con los profesores. Es lógico, yo lo entiendo; pero me da mucha pena que todo esto en el futuro desaparezca.
El año pasado, por el tema del COVID y del miedo de las familias a los colegios grandes tuvimos unas 24 o 25 matrículas. Eso es casi 3 veces más de lo normal, porque las familias eligieron nuestros colegios al verlos más pequeños y seguros. Pero este año, una vez pasado lo más grave de la pandemia, hemos tenido incluso menos matrículas que de costumbre. Es una pena.
«Una de las cosas que más pena da es que debido a la despoblación por mucho que te esfuerces al final, alguno de los colegios acabará cerrando»
¿Hay déficit de financiación o de infraestructuras en estos colegios frente a los colegios urbanos por parte de las Administraciones?
Pues sí y no. Me explico: a nivel de infraestructuras no nos podemos quejar. Excepto el colegio de la Venta del Rayo, que sí es más antiguo, el resto están muy nuevos, sobre todo el de la Cuesta de la Palma. Tenemos nuestro huerto, nuestra nave con escenario y nuestras pistas deportivas, que no son nuestras, sino municipales, pero que las podemos usar sin problema. Y todo esto lo tenemos en el resto de colegios, por lo que no hay queja por esa parte.
Respecto a la Administración Local, nos llevamos muy bien con ellos. Siempre nos tienen en consideración. El concejal de Educación es maravilloso y Mari Tere, la de Medio Rural y alcaldesa de aquí, de la Cuesta, igual. Siempre nos tienen muy en cuenta y nos suelen ayudar en la medida de sus posibilidades.
De la Junta de Andalucía, bueno… El problema principal que tenemos es que la legislación para todos los colegios es la misma, sea para uno rural u otro urbano y esto nos suele perjudicar. Por ejemplo, a la hora de hacer clases extraescolares, la Junta te pide un mínimo de 10 alumnos para hacer un grupo de extraescolares. En un colegio de 500 niños no hay problema, pero es que en Ventorros hay 17 niños en total. Entonces, es muy complicado sacar un grupo de 10 y no te la subvencionan.
Luego, este año y el pasado hay unos programas que se llaman IMPULSA con una dotación económica importante; pero que solo lo dan a zonas calificadas como “desfavorecidas”. Zonas ERACIS se llaman. Bien, Loja es zona ERACI y este programa se lo han dado a todos los colegios de Loja menos a nosotros, que al estar fuera del casco urbano no tenemos derecho. Todo esto siendo las áreas rurales las zonas más deprimidas económicamente. No tiene sentido. He escrito una carta a Educación intentando hacerles ver que eso hay que cambiarlo y que no tiene sentido; pero, en fin.
Y al respecto de recursos económicos, dinero no nos falta, la verdad. Hay partidas específicas para estos colegios y por esa parte no hay problema
«De la administración local no tenemos queja. Pero a nivel autonómico el principal problema que tenemos es que la legislación es la misma para todos los colegios, y eso nos suele perjudicar»
Yo, como te comenté anteriormente, estudié en este colegio y la verdad es que es increíble la evolución que ha tenido. Me gustaría saber cómo ha sido esto posible y qué factores han influido.
Uno de los factores más importantes sin duda ha sido la evolución tecnológica. En los últimos 20 años ha cambiado todo mucho y muy rápido. Pero, para mí, el principal factor ha sido el equipo docente que estamos trabajando aquí. Haber tenido la suerte de coincidir un grupo de maestros y maestras jóvenes, con ganas de aprender, de trabajar, de enseñar, y, sobre todo, de hacer felices a los niños. Yo sé que hay equipos directivos quizás más conservadores, que opinan que “las cosas como están están bien”. A otros nos gusta ir un poco más allá. Nos gusta experimentar y explorar. Por supuesto, siempre pensando en el bienestar y el aprendizaje de nuestros alumnos.
Un ejemplo: yo sé que en muchos colegios durante el confinamiento trabajaban con WhatsApp, le enviaban los deberes una vez a la semana y poco más. Aquí no. Aquí estábamos todos conectados con Classroom de Google, con la plataforma virtual de actividades, y con la plataforma de la editorial; poniendo todos los recursos que teníamos a mano para que los niños aprendiesen lo máximo posible. Eso es por las ganas de este equipo directivo No hay más.
Me comentabas antes que estabais dentro de un proyecto para prevenir el ciberacoso y usar las redes sociales e internet con responsabilidad. ¿Me podrías contar más sobre esto?
El programa se llama CONRED. Sirve para enseñar a niños y a niñas a manejarse con seguridad por las redes sociales y por internet, a saber detectar la información falsa, a contrastar las fuentes, a que aprendan a identificar una situación de ciber acoso. Antes el acoso estaba en el cole, te ibas para tu casa y se acababa. Eso ahora ha cambiado. Con los teléfonos móviles el acoso te acompaña a todas partes, por lo que el sufrimiento es mucho mayor. Por eso es muy importante que sepan identificarlo y pedir ayuda cuando sea necesario. Y este programa no lo han pedido muchos centros, pero nosotros sí vimos que era útil para la vida de nuestros alumnos y lo solicitamos.
«Aquí la conflictividad es nula. No hay conflictividad ni entre los alumnos, ni alumnos con profesores, ni padres con alumnos»
Siempre hay prejuicios que rodean a este tipo de colegios, sobre todo en la menor calidad de la enseñanza en comparación con los colegios urbanos ¿Qué opinas al respecto, Alberto?
Hay un gran desconocimiento. Muchas veces la gente piensa sin conocernos que aquí los niños no estudian o que aprenden menos que en colegios de ciudades. Yo mismo no sabía nada de este tipo de centros cuando llegué aquí y te aseguro que de aquí no me mueve nadie.
También hay familias que son de Loja, pero que llevan a sus hijos a nuestros centros porque saben que la calidad de enseñanza es muy buena. Sin ánimo de desmerecer a ningún otro centro. Eso, por supuesto. Yo solo hablo del mío.
Nosotros todos los años tenemos unos indicadores homologados de aprendizaje que, bueno, bajo mi punto de vista no es lo más importante. Yo prefiero que aprendan y que sean felices, pero la Administración reclama este tipo de indicadores que es lo que te permite medir resultados. Bien, en esos indicadores nuestros resultados son mejores de la media de los colegios de la zona y de Andalucía; siempre hablando de colegios que sean en zonas equivalentes a la nuestra.
Y otro punto importante: aquí la conflictividad es nula. No hay conflictividad ni entre los alumnos, ni alumnos con profesores, ni padres con alumnos. Como somos poquitos, nos avenimos muy bien. Aquí no hay ni partes disciplinarios, ni expulsiones, ni nada de eso.
Una última pregunta, Alberto: ¿qué diferencias observas entre el alumnado rural y urbano?
Veo diferencias positivas y negativas. Por ejemplo: yo no quiero volver a trabajar en un colegio grande, de ciudad. Una de las diferencias principales que veo es que aquí se respeta más a la figura del maestro, tanto por parte de los alumnos como familias. La relación es muy cercana, pero muy respetuosa.
Un aspecto negativo que veo es que los niños, al estar en grupos tan pequeños y como sus compañeros de escuela suelen ser los mismos amigos y amigas con los que juegan por las tardes, pues tienen un poco de falta de vivencias. Sus experiencias suelen ser las mismas dentro y fuera de la escuela. Nosotros intentamos paliar esto intentando juntar lo máximo posible a los tres colegios: organizamos eventos para que vengan ellos y sus familias, convivencias, etc.; para que puedan disfrutar en un entorno con más niños, más diverso.
Me gustaría dar las gracias a Alberto por haberme abierto las puertas de su colegio y enseñarme todos los proyectos que allí desarrollan. A nivel personal, me congratula enormemente poder poner en valor mi colegio y desmontar los prejuicios que aún perviven sobre la educación en colegios rurales.
También quiero felicitar a Alberto y a todo el equipo directivo que compone el colegio Monte Hacho por ser unos excelentes docentes y ser un ejemplo vivo de la importancia que tiene la educación pública para los niños y niñas, que son el futuro de nuestra sociedad. Seamos conscientes del tesoro que es nuestra educación pública y valoremos a los maestros y maestras que la construyen día a día.