6 de julio 2023 / Carmen Ruiz Vivas
Las lojeñas también son heroínas ¡estamos hartas de la misma historia!
Monolito a los héroes lojeños Ramón María Narváez Campos, Francisco Antonio Narváez Borghese y José María Fernández de Córdoba y Palomares al que hace referencia Carmen Ruiz
Cualquier persona, habitante o visitante, paseando por la ciudad de Loja se encontrará en uno de los puntos más concurridos de la ciudad, el Parque de los Ángeles, un monolito erigido en 2015 y desde hace unos meses movido al lugar mencionado. El mismo conmemora a tres figuras de la ciudad: Ramón María Narváez y Campos (quién tiene bastante presencia en la cartografía y memoria de la ciudad), Francisco A. Narváez y Borghese, y José María Fernández de Córdoba y Palomares. Estos tres hombres tienen en común que fueron individuos de clase alta y militares, lo que les vale la honra y el apelativo de héroes de la ciudad de Loja.
Si dicho monumento se hubiese erigido hace uno o dos siglos, hubiese sido más normal, ya que hubiese sido reflejo de una percepción de la historia patriarcal que solamente atiende a hombres célebres, políticos y militares. Sin embargo, en el momento histórico en el que nos encontramos, perpetúa visiones obsoletas de la historia, en la que únicamente tienen cabida y son reconocidas como significativas las acciones de unos pocos.
Esta más que demostrado que los nombres de las calles, los nombres de los monumentos, construyen la memoria histórica de las ciudades, además de un imaginario e identidad colectiva. Como feminista, historiadora y pacifista creo que para una democracia se deberían tomar referentes históricos que promuevan la igualdad, que fomenten la construcción de lazos mutuos, y, sobre todo, que sean representativos para el conjunto de la población. Me preocupa enormemente la visión de heroicidad que tendrán los niños y niñas, adolescentes, y ciudadanía en general cuando vean ese monumento.
No se trata de una cuestión de cambiar la historia, que es la que es, sino de modificar lo que, como sociedad, y especialmente, desde las instituciones, se reconoce como importante y valioso. No puedo evitar pensar que ese concepto de heroicidad perpetúa visiones patriarcales y militaristas. Por el contrario, considero que sería mucho más valioso reconocer otros tipos de heroicidades: las mujeres, madres y abuelas de esta ciudad, aquellas que vivieron con las manos encalladas del trabajo en el campo; aquellas que después de la jornada de trabajo no tenían descanso criando a sus hijos, y cuidando a sus maridos y familiares; aquellas que en las matanzas trabajaban, como tantas veces me ha contado mi abuela, haciendo mucho más trabajo que los hombres, limpiando, y preparando, mientras que ellos celebraban y se divertían, repitiendo la misma dinámica de cualquier otra festividad colectiva actual; aquellas que en los lavaderos se dejaban la espalda y las manos… y así podrían enumerarse una infinidad de ejemplos.
Aunque en 2020 se tomó la decisión de conceder cuatro calles a cuatro mujeres, Paquita Alba, Concepción Malo, Angustias Rodríguez, y María del Carmen Romero, la presencia de las mujeres en el callejero lojeño es ínfimo. Además, dichas medidas en relación a una mayor visibilidad de la historia de las mujeres, no pueden reducirse únicamente a las fechas cercanas al 8M, sino que deben ser anuales e inundar todas las medidas políticas en relación a la historia que se lleven a cabo, como es el caso del monumento citado.
Por otra parte, no se trata de una cuestión únicamente de recordar a mujeres excepcionales, sino que quienes nos dedicamos a la historia de las mujeres, tratamos de poner en valor a todas las mujeres en su conjunto, reconociendo y valorando lo indispensable de sus trabajos, funciones y roles a lo largo de la historia. Monumentos como el mencionado son contraproducentes a la hora de generar discursos más igualitarios y dignos. Se trata de un uso político de la historia que atiende a perpetuar los ideales que encarnan esas tres figuras homenajeadas.
Desde luego, propagar una historia personalista, militar y patriarcal es de un tradicionalismo que habría ir dejando atrás en comunidades que verdaderamente quieran mirar al futuro y que aspiren a una mejora social. Por todo lo expuesto, y sin ánimo de que esta reflexión sea únicamente una crítica, reivindico que un uso de alternativo de la historia para conformar la ciudad de Loja. Ya sea en callejeros, monumentos públicos, o cualquier otra actividad o tipo de conmemoración, la historia debe orientarse a reconocer y valorar a la gente corriente, especialmente, a las mujeres y sus las labores históricamente femeninas, como han sido los cuidados, verdadero motor de la historia. Solo así, se podrá conformar una memoria colectiva de igualdad y unión.