Octubre 21 / Juan José Matas Rosúa
Hablamos con Dani y Gracia, una lojeña y un riofrieño que tomaron la decisión de construir su vida en Münster, una ciudad al noroeste de Alemania de unos 300,000 habitantes. Llevan 7 años viviendo en el país germano. Ambos son profesores de instituto y están perfectamente integrados en la sociedad alemana. Un proceso duro, ganado a base de trabajo, esfuerzo y sacrifico
Como la gran mayoría de jóvenes que emigran sus comienzos fueron duros y, al principio, “no se podía rechazar ningún trabajo”. A esta pareja no se le caen los anillos. Han trabajado haciendo mudanzas, en el MacDonal´s, reparando señales de tráfico en la autovía o cuidando niños. Cuando me cuentan su avance social en el país germano se les nota el orgullo en sus caras. El orgullo de haber comenzado desde abajo y a base de trabajo y esfuerzo haberse ganado los puestos que ocupan ahora. “Nadie nos ha regalado nada. Nos lo hemos ganado nosotros”.
Hablamos de cómo es el proceso de integración en la sociedad alemana. Cómo el estado alemán cuida también de los inmigrantes; “El estado alemán nunca te va a abandonar, si no tienes vivienda te dará una, si no tienes para comer también te alimentará. Nunca te sientes abandonado” nos cuenta Gracia. El estado de bienestar alemán sale en la conversación constantemente.
“El estado alemán nunca te va a abandonar”.
Cuando llegas aquí lo principal es aprender el idioma, ya que para poder acceder a buenos puestos laborales es fundamental saber alemán, un idioma bastante complejo. “Con el inglés pues te defiendes, pero tienes que saber alemán”. Para los inmigrantes hay un curso de integración que consideran que fue muy útil cuando llegaron. Además del idioma te enseñan cómo funciona la sociedad, cómo hacer reclamaciones, a cómo hacer un currículum en alemán o a realizar una buena entrevista de trabajo.
Al principio compaginaron pequeños trabajos con el estudio del alemán y alguna ayuda estatal.
Al principio compaginaron el estudio del idioma con trabajos a media jornada. “Aquí te dan muchas facilidades y flexibilidad para estudiar y trabajar. Si tú les dices a los jefes que estás estudiando hacen lo posible para adaptarte los horarios, aunque sea un trabajo de los llamados “basura” siempre te cuidan”.
Para mí (Dani) fue fundamental una ayuda que me dieron al principio de llegar al país, ya que con las horas que trabajaba no me alcanzaba.
«Nos sentimos muy acogidos en la sociedad alemana, pero por que hemos hecho por integrarnos».
Ellos se sienten muy acogidos en la sociedad alemana. Pero también porque hemos hecho por integrarnos. Lo fácil cuando llegas es irte a los grupos de españoles, pero tienes que hacer por relacionarte con los alemanes y hacer amigos. También nosotros (los españoles) es que necesitamos tener contacto con los nuestros, con nuestra cultura, nos cuenta Gracia, otra gente no, hay otras sociedades que no necesitan tanto como nosotros el contacto con nuestra gente.
Para Dani el fútbol fue una herramienta fundamental de integración en Alemania “Cuando juegas en un equipo tienes mucha relación con 15 o 20 personas, creas un vínculo personal fuerte”. El fútbol, su pasión, ha resultado ser un gran aliado tanto para integrarse, como para conseguir trabajo. Ha trabajado como entrenador de porteros en el Schalke 04 y ahora dirige una escuela de porteros en un centro de alto rendimiento de reciente creación. Dani ha sido capaz de convertir su pasión, en parte de su modo de ganarse la vida.
«El estado alemán concibe las ayudas sociales como una inversión y no como un gasto».
La concepción del estado alemán a la hora de dar ayudas sociales no es como si fuesen un gasto, nos cuentan, sino como una inversión, “el estado invirtió en mí dos años para que yo pudiera formarme. Y ahora soy profesor.”
Esta concepción del gasto social como una inversión y no como un gasto es de un avance social enorme. En Alemania son conscientes del valor potencial que tienen los inmigrantes para dar riqueza a su sociedad e invierten en ellos. El ascensor social, tan averiado en España, en Alemania funciona.
«Cuando nosotros empezamos a trabajar en el ámbito educativo nos dimos cuenta de la enorme falta de inversión que hay en España.»
«Aquí ser carpintero, fontanero o cuidador de ancianos está bien visto y valorado socialmente».
Aquí tenemos una calidad de vida que no tenemos en España, no es sólo el tema laboral, nos cuenta Gracia, sino la calidad de servicios públicos que hay. La sanidad, por ejemplo. En España nos hemos acostumbrado a tener que esperar 6 meses para una consulta médica o varios años para una operación y eso no es normal lo mires por donde lo mires. Luego también está el tema de la conciliación familiar a la hora de tener hijos, te dan muchas facilidades. Por ejemplo, los padres tienen 10 días al año para el cuidado de los hijos. Si tu hijo se pone malo llamas a tu jefe y le dices que no puedes ir a trabajar y no pasa nada. En España dices eso y lo mismo te echan a la calle.
«En España nos hemos acostumbrando a esperar 6 meses para que nos vea un médico especialista y eso no es normal».
Para ellos la sociedad alemana los acogió muy bien, no comparten el mito de los alemanes fríos “bordes hay en todas partes, en Alemania y en Andalucía”. “El país y la sociedad alemana nos cuidó bastante” nos cuenta Dani.
Para finalizar le preguntamos qué es lo que más echan de menos de España; Por supuesto la familia y los amigos “te acuerdas mucho cuando ocurre algo y piensas, joe, si mi amigo estuviera aquí ahora, que bien lo pasaríamos”. La comida no tanto, nos cuenta Gracia, ya que como nosotros cocinamos y la mayoría de verdura de los supermercados es de España. ¡Si comemos hasta espárragos de Huétor y de Loja, que los exportan aquí! Nos dicen entre risas.
«La familia y los amigos es lo que más echamos de menos».
Esperamos que les haya resultado interesante la charla que compartimos con esta simpática pareja a finales de verano. Al final de nuestra conversación pienso el drama que es para nuestros pueblos y nuestra comarca que perdamos jóvenes con esta capacidad y este talento. Formados en colegios y universidades públicas andaluzas.
Que nuestra sociedad sea incapaz de dar salida a sus capacidades y a su potencial es un desastre como país. Me pregunto hasta qué punto se transformarían nuestras ciudades y pueblos si nuestra sociedad y nuestro modelo productivo pudiese acoger todo el talento de nuestra juventud, todos los proyectos que tienen en mente y llevarlos a cabo. Cuánta vida sería capaz de producir nuestro territorio.
Debería de ser una de las principales políticas de estado que en los territorios rurales se pudiera retener a los jóvenes. De nada sirve que un país y una comunidad como la nuestra invierta en la educación y formación de la juventud si luego esta tiene que irse a trabajar fuera de nuestras fronteras. Creo que no somos conscientes del drama social que supone este éxodo de jóvenes. Nos daremos cuenta cuando sea demasiado tarde.
Mis agradecimientos a Dani y a Gracia por la estupenda charla que compartimos. Mi orgullo como paisano al veros felices y llevando el trabajo y el esfuerzo como bandera de Andalucía.