Juanjo Matas Rosúa / Enero 2022
Corregido por Eva Aguilera Parejo
Antonio llegó a Malta con 3 000 euros. 6 años después dirige una agencia de 15 empleados y varios cientos de miles de euros en facturación anual. «Hacemos la vida más fácil a los hispanohablantes que quieren venir a Malta».

Empezamos el año con otra entrevista de la serie «Rostros del Exilio», con la que intentamos mostrar el talento joven exiliado de nuestros pueblos. Hace unas semanas realicé una entrevista a Antonio Cárdenas Fuentes, un lojeño que lleva 6 años en Malta. Comenzó limpiando pisos y hoy dirige una empresa con 15 empleados junto a su pareja, Luisa Acelas.
Pinchando en los enlaces podéis ver su agencia, sus proyectos y en que consiste su negocio.
¿Cómo ha sido un poco vuestra historia? Antonio, ¿cómo os conocisteis y cómo fue el proceso de decidir emigrar a Malta?
Luisa y yo nos conocimos en el chat de una academia donde los dos aprendíamos inglés. Ella estaba en Colombia y yo en España; pero iba a venir a Madrid a hacer un máster, y ya nos conocimos en persona. Estuvimos dos años juntos antes de empezar a plantearnos emigrar. Ella fue la ideóloga de la aventura: si no fuese por ella, yo no estaría aquí. Luisa es periodista, escritora y copywriter. Hacemos un buen equipo. Y, bueno, 8 años después aquí seguimos, con uno más en la familia; ya que hemos sido padres hace poquito.
Respecto a por qué elegimos Malta, fundamentalmente buscábamos un país de habla inglesa, con buen clima y que tampoco estuviese excesivamente lejos de España. Además, vimos un vídeo de españoles por el mundo en Malta y nos gustó mucho. Como ves, tampoco fue una decisión súper estudiada [RISA]. En esa época no había mucha información sobre este país. Nos vinimos totalmente a la aventura.
¿Cómo fue vuestro proceso de integración allí con el tema del idioma y la cultura?
Aquí se habla inglés y maltés, ambos idiomas son oficiales. Yo, la verdad, que maltés no hablo nada de nada. En cuanto llegamos nos pusimos a aprender inglés y lo hicimos bastante rápido. Y eso que yo en el colegio y en el instituto odiaba el inglés. Luego ya cuando estuve estudiando sí lo vi muy importante y comencé a formarme, pero aquí es cuando lo aprendí bien.
El porcentaje de inmigración aquí es altísimo: en algunas ciudades hay más inmigrantes que malteses. Siempre hay mucha gente recién llegada, gente que está muy abierta a conocer a otras personas; por lo que es extremadamente fácil hacer amigos. Hay personas de todas las partes del mundo aquí, por lo que integrarte en la comunidad de inmigrantes es muy sencillo. Asunto aparte son los locales, los malteses; con ellos ya la cosa cambia y es más complicado. De primeras no te van a hacer mucho caso. Si ellos ven que te vas a quedar más tiempo, son un poco más abiertos; pero no todos. Sinceramente, no tengo muy buenos comentarios acerca de los malteses; sobre todo porque son un poco racistas. Pero, bueno, como en todas partes, hay de todo.
El porcentaje de inmigración aquí es altísimo: en algunas ciudades hay más inmigrantes que malteses. Siempre hay mucha gente recién llegada, gente que está muy abierta a conocer a otras personas; por lo que es extremadamente fácil hacer amigos

Antonio junto a su pareja, Luisa.
A nivel cultural no somos muy diferentes: tanto Andalucía como Malta son regiones mediterráneas. Quizás lo que más choca es el tema de los horarios; ya que Malta, al haber sido colonia inglesa, tiene un horario muy inglés. Sí que son mucho más desconfiados que los españoles, sobre todo al principio; y también son excesivamente relajados en todo, sobre todo en el trabajo. Si, por ejemplo, llamas a un electricista y te dice que va a llegar mañana a las 5 de la tarde, lo más seguro es que te deje esperando; y ellos eso lo ven con total normalidad. A mí me cuesta mucho trabajar con malteses por esas cosas.
También son muy religiosos: hay 365 iglesias en un país de 316 km² [Loja tiene una superficie de 447 km²], el aborto está prohibido y divorciarse, hasta hace poco, también. En algunos aspectos son mucho más conservadores que en España. La religión es muy importante en la sociedad maltesa.
¿Qué es lo que más te gusta y lo que menos de Malta?
Lo que más me gusta es el clima, la tranquilidad y la seguridad que hay. Es un país muy seguro, no hay barrios peligrosos y apenas hay criminalidad. Luego, todo está muy cerca. Al ser un país tan pequeño, está todo a mano. Por ejemplo, en mi ciudad, Swieqi, lo tengo todo muy cerca. De todas formas, hay que tener en cuenta que aquí las ciudades son como barrios, no hay discontinuidad entre unas y otras. Tú vas andando y cruzas de una ciudad a otra y no te has enterado.
Otro aspecto que me encanta es que el aeropuerto está muy cerca y hay vuelos baratos a un montón de países, por lo que para viajar es genial. Puedes ir a un montón de destinos del mundo diferentes. También hay muchísima diversidad cultural, lo que te abre la mente un montón. Puedes conocer a gente de muchos lugares y a personas muy interesantes que, bajo mi punto de vista, no tendrías la oportunidad de conocer en otros países que no tengan tanta mezcla cultural.
Lo que menos me gusta de Malta es que el país está un poco desorganizado aún, no es como España. Por ejemplo, está bastante más sucio. El sistema de recogida de basura se basa en poner la basura en la puerta de tu casa por la mañana. Algunas veces llegan las 12 de la mañana y no la han recogido; y ves toda la ciudad llena de basura, algo que no me gusta nada. Imagínate cuando es verano… Otro rasgo que no me gusta nada de los malteses es que son un poco racistas, especialmente con la gente más pobre.
A nivel de construcciones también se nota que hay menos calidad que en España. Construyen muy rápido y con materiales de poca calidad, todo está hecho de pladur. Donde vivo ahora, no; pero en otros apartamentos que he vivido oías al vecino que parecía que estaba en tu salón.
Los malteses son muy religiosos: hay 365 iglesias en un país de 316 km² [Loja tiene una superficie de 447 km²], el aborto está prohibido y divorciarse, hasta hace poco, también. En algunos aspectos son mucho más conservadores que en España. La religión es muy importante en la sociedad maltesa.
¿Cómo ha sido tu evolución desde que llegaste allí hasta ahora?
Yo llegué a Malta con 3 000 euros, nada más. No teníamos nada aquí buscado ni preparado. Alquilamos el apartamento, encontramos trabajo limpiando pisos y nos pusimos a estudiar inglés. Durante el primer año estuvimos limpiando apartamentos. Durante esa época fue cuando comencé a interesarme por el marketing, que es mi pasión. Yo desde siempre he escuchado muchos pódcast. Es mi mayor fuente de conocimiento, creo yo [RISA]. Y escuché uno sobre marketing que me llamó muchísimo la atención y me obsesioné con el tema.
Yo, es que soy muy de obsesionarme con las cosas. Cuando me da por algo, me pongo al máximo con ello. A los tres meses de escuchar este pódcast conseguí trabajo en una empresa que hacía cristales decorativos, haciéndole la web, vendiendo productos, etc. La verdad es que no tenía ni idea. En la entrevista, cuando me preguntaron si sabía hacer esto o lo otro, yo le decía: «Sí, sí». Pero ni idea [RISA]. Lo que hacía era que, cuando me iban diciendo que hiciese una cosa u otra, lo iba estudiando en modo autodidacta 100 %. Era fantástico. Me pagaban mientras iba aprendiendo; así que, genial.
Mi jefe tenía varios apartamentos y le comenté de ponerlos en Airbnb, que en aquel momento no era tan popular como ahora (la plataforma estaba empezando). Le pareció buena idea y nos pusimos a ello. Se suponía que íbamos a medias; pero eso no acabó muy bien, aunque llegamos a gestionar hasta quince apartamentos. Para mí, esa etapa fue muy positiva; ya que aprendí cómo gestionar el tema de alquilar apartamentos, que es bastante complejo, e hice muchos contactos.
Mientras trabajaba en el tema del Airbnb tenía mucho tiempo libre para seguir formándome y hacer otros proyectos. Uno de ellos era hacer un pódcast. Realmente no sabía sobre qué tema hacerlo. Pensaba en marketing o emprendimiento, pero no sentía ser tan bueno en eso como para tratarlo en un pódcast. Entonces, pensé en hacerlo sobre Malta, [sobre] cómo era nuestra vida aquí, cómo conseguimos trabajo, dónde vivíamos, etc. «Vivir en Malta» se llamó.
Empecé a trabajar sobre este tema. Cada semana tratábamos un aspecto diferente. Una semana [sobre] cómo conseguir piso, otra semana [sobre] cómo conseguir trabajo y así. Luisa escribía un artículo, yo hacía el pódcast y lo distribuíamos por nuestra web y las redes sociales. Al principio lo escuchaban nuestras madres y poco más, pero con el tiempo comencé a aprender cómo posicionarlo en Google y comenzamos a crear comunidad y a crecer. La gente lo escuchaba, le gustaba, decían que querían venir, que querían aprender inglés. El proyecto empezó como un hobby y jamás pensé que podría convertirse en lo que es a día de hoy. Ya llevamos 4 años con «Vivir en Malta» y somos un equipo de quince personas trabajando a full time.
Entonces, ¿vuestra agencia a qué se dedica exactamente?
Nosotros somos tu familia en Malta. Cuando alguien quiere venir a estudiar a Malta, nosotros hacemos que su vida sea más fácil, que no se sienta solo. Le guiamos en su camino para que no comenta los errores que nosotros cometimos al llegar. Hacemos la vida más fácil a la gente hispanohablante que quiere venir a Malta. Le ayudamos a encontrar alojamiento, a buscar academia de inglés. Si se pone enfermo, lo llevamos al médico. Tenemos un número de WhatsApp [disponible] 24 horas para estas cosas. Cuando llegan al aeropuerto, los recogemos, le damos una tarjeta SIM con internet y les ayudamos con el visado. Nuestro mercado está fundamentalmente en España y en Colombia (principalmente en Bogotá). La mayoría de gente que traemos son colombianos, con diferencia. Aunque también ha venido gente de Loja y de la comarca.
Antes de la COVID, hicimos un evento en Bogotá para presentar nuestro proyecto y acudieron más de 300 personas. Teníamos programado otro al que iban a asistir más de 1000, pero por la situación sanitaria hubo que cancelarlo.
Poco a poco fuimos creciendo y hoy somos la mayor agencia de habla hispana de Malta. Estamos también en un proceso de expansión hacia 10 países más replicando el mismo modelo de negocio, entre ellos, Dubái.
Yo llegué a Malta con 3 000 euros, nada más. No teníamos nada aquí buscado ni preparado. Alquilamos el apartamento, encontramos trabajo limpiando pisos y nos pusimos a estudiar inglés
¿Cómo ha afectado la crisis de la COVID a tu vuestro negocio, Antonio?
Pues, al comienzo de la pandemia, Malta lo hizo bastante bien. Se cerró el país rápido y no llegó a haber muchos casos. En julio de 2020, por ejemplo, sólo había 4 casos en Malta y sin restricciones de ningún tipo. Yo cuando veía como estabais en España… La vacunación fue muy rápida aquí también. Al ser un país tan pequeño, en muy poco tiempo estábamos todos vacunados.
Pero a partir del verano de 2020, cuando abrieron, se desbordó la situación. Al no haber restricciones, casi todos los festivales de Europa se vinieron aquí, festivales de varios días. Había muchísima fiesta y, claro, los contagios empezaron a subir y ya tuvieron que empezar a cerrar. Para nosotros fue especialmente difícil; ya que le echaron la culpa de los contagios a las academias de inglés, que son nuestro principal negocio. También el cierre nos pilló con casi 100 personas en Turquía; ya que para llegar a Malta desde Colombia tenían que hacer cuarentena en ese país, y no sabíamos cómo podíamos solucionar el bloqueo. Fue muy complicado. Yo tenía 15 personas a mi cargo, 15 sueldos. No sabía cuánto tiempo podíamos aguantar así. Es la primera vez en estos años que me desanimé y perdí la ilusión. Lo pasé bastante mal.
Pero, por suerte, pudimos resistir. Se volvió a abrir y conseguimos remontar la situación. Y ahora mismo estamos en pleno proceso de expansión, replicando el mismo modelo de negocio a 10 países distintos.
Por lo que me cuentas, Malta es un país con muchas oportunidades laborales.
Sí, aquí no hay paro. La tasa de desempleo es de un 3 o 4 %, es bajísima. Necesitan trabajadores en muchos sectores; aunque el más potente es el negocio de los casinos online, básicamente porque hay exenciones fiscales a este tipo de empresas. Bet365 y Pokerstars están aquí por eso, tan solo pagan un 5 % sobre sus beneficios totales. Hay más de 400 empresas de este tipo en Malta. Mucha gente viene a trabajar en este sector porque los sueldos son muy altos y necesitan mucha gente; pero, claro, a nivel ético no es el mejor lugar para trabajar.
Otro sector muy importante es el de la construcción y el resto de industria que la acompaña (electricistas, fontaneros, etc.). Malta está llena de grúas, recuerda un poco a España antes de la crisis del ladrillo. Un chico de Loja que vino a trabajar aquí comenzó de electricista y ahora le va genial.
¿Planeáis volver a Andalucía?
Bueno, no lo descarto en un futuro, sobre todo a Málaga. Me gusta mucho esa ciudad, tiene mucha calidad de vida. Aunque hay cosas que no me gustan; si yo volviese a España y me pusiera un salario alto en mi empresa, tendría que pagar muchos más impuestos que aquí. Pero en el futuro sí me gustaría volver. No descarto comprarme una casa en Andalucía.
La última pregunta, Antonio: ¿qué es lo que echas más de menos de Andalucía?
Familia, amigos y la comida de mi madre [RISA]. Que aquí se come bien; pero como la comida de mi madre, no hay nada.
Le agradecemos a Antonio el tiempo dedicado durante esta entrevista. También queremos darle la enhorabuena por su reciente paternidad y desearle un futuro igual o mejor que el que ha conseguido labrarse junto a Luisa. Antonio es otro ejemplo del talento que los pueblos del Poniente pierden año tras año. Jóvenes que emigran de nuestros pueblos, ya que las oportunidades laborales que el territorio ofrece son cada vez más exiguas. Desde La Plaza Digital seguiremos dando voz y poniendo rostro a nuestra juventud emigrada.