10 de diciembre 2022 / Juanjo Matas Rosúa
Texto revisado y corregido por Eva Aguilera Parejo
En la pedanía lojeña de Fuente Camacho se encuentra una explotación salina que ha sido aprovechada por el hombre desde la Edad del Cobre hasta nuestros días. Las Salinas de Fuente Camacho fueron la primera, y más antigua, industria de nuestro territorio
Vista general del complejo salinero. En la parte inferior pueden verse las salinas de época medieval, mientras que en la parte superior se puede apreciar las nuevas balsas de evaporación y los depósitos de los manantiales y pozos que las abastecen. Foto de La Plaza Digital
En uno de los valles que forman Fuente Camacho se enclava una explotación salinera con miles de años de historia. De esta tierra se lleva extrayendo sal desde la Edad del Cobre. Su apogeo lo encontramos en la segunda mitad del tercer milenio antes de Cristo, hace 5 500 años. Aún hoy, esta industria salinera pervive; cuya sal se emplea en la producción de la salmuera usada en las fábricas conserveras. Por tanto, nos encontramos ante la industria más antigua de nuestra comarca.
Las Salinas de Fuente Camacho son excepcionalmente productivas. Existen manantiales donde el agua brota directamente junto con la sal, lo que hace que las placas salinas que se forman una vez se evapora el agua sean reconocibles a simple vista.
Un polo de atracción para las sociedades prehistóricas
La sal fue un bien extremadamente preciado y codiciado por todas las sociedades humanas, pues era clave en la conservación de los alimentos. La importancia de este mineral hizo que las salinas funcionasen como un polo de atracción para las sociedades prehistóricas. En tan solo 2,5 kilómetros a la redonda de estas salinas se han documentado hasta 11 yacimientos arqueológicos de cronología prehistórica.
Aquí pueden verse las depósitos modernos que embalsan el agua salina procedente de los pozos y manantiales para, posteriormente, llenar las balsas de evaporación. Foto de La Plaza Digital.
Este dato, que conocemos gracias a las investigaciones realizadas por el profesor Antonio Morgado, nos habla de la relevancia de estas salinas en cuanto a cómo se pobló este territorio en la Antigüedad. Morgado también plantea la posibilidad de que en el entorno de las Salinas no solo se trabajase, sino que también existieran asentamientos. Así lo demostrarían recientes hallazgos arqueológicos relacionados con la esfera funeraria.
El yacimiento arqueológico
A principios de la pasada década, el profesor Antonio Morgado publicó una pequeña investigación sobre las Salinas y el estudio arqueológico que se realizó sobre el yacimiento situado a los pies del torreón (del que hablaremos más adelante). En estas excavaciones se encontraron multitud de restos de cerámica (platos, ollas, cuencos, fuentes, orzas…), además de un gran número de depósitos de cenizas y materia orgánica carbonizada.
Estos restos cerámicos corresponderían a la Edad del Cobre y del Bronce. El pico de mayor actividad humana de esta explotación se produciría durante la segunda mitad del tercer milenio antes de Cristo, hace 5 500 años.
Torreón de las Salinas. Esta torre funcionaría como elemento de vigilancia y refugio para los trabajadores que faenaban en la explotación durante la época medieval. A su lado, pegando al arroyo Salado, se encontraría el yacimiento. Esta torre tendría contacto visual con la atalaya conocida como «la torrecilla», en la Venta del Rayo. Foto de La Plaza Digital.
Un bien custodiado y protegido
El paisaje de las Salinas no se comprende sin la torre medieval, conocida como «el torreón». Esta ejercía las labores de vigilancia y refugio de los trabajadores que faenaban en la explotación durante el periodo medieval. Esta torre formaba parte de la red de atalayas y fortificaciones nazaríes que poseía el distrito de Loja en época musulmana. Se enlazaba visualmente con la de la Venta del Rayo, conocida como «la torrecilla». El lojeño y estadista musulmán Ibn-al-Jatib ya mencionaba en el siglo XIV la existencia de las Salinas de Fuente Camacho.
Fuente Camacho, sus salinas y la historia
Como podemos comprobar, la industria salinera de este pequeño pueblo no tiene importancia únicamente por ser una actividad económica. La existencia de estos manantiales salinos fue crucial para el desarrollo humano y social de todo el territorio. En la Antigüedad también se cavaron pozos para extraer el agua y transformarla en sal mediante procesos de evaporación o de ignición. La multitud de yacimientos arqueológicos que salpican el área de las salinas así lo atestiguan.
Esta explotación ha sido muy poco estudiada. Por tanto, aún queda mucha historia por desvelar en este pequeño pueblo del Poniente Granadino. Esperamos que en el futuro se pueda continuar con los estudios arqueológicos en torno a este fascinante territorio. Así, se podrá seguir conociendo más sobre los primeros humanos que en los albores de la Historia decidieron elegir estos valles para asentarse, comerciar y desarrollar el germen de lo que hoy son nuestros pueblos.