14 de mayo 2023 / Juanjo Matas Rosúa
En los pueblos de la vega del Poniente Granadino se llevan produciendo hortalizas desde la época árabe. La producción agraria, además de proporcionar verduras, espárragos, maíz o madera en las plantaciones de chopos, ha modelado un paisaje agrícola que pervive hasta nuestros días
Una de las conducciones que recogen el agua de los manantiales que conducen el agua para la acequia de la Tajea, en Loja. Foto de La Plaza Digital
La vega del río Genil y sus afluentes discurre por Loja y sus pedanías, Huétor Tájar, Villanueva Mesía, Salar y Moraleda de Zafayona. Un fértil territorio en el que se llevan produciendo hortalizas desde la implantación de las técnicas de regadío, en época árabe: acequias, azudes y caces y acequias serpentean por los cultivos irrigando los cultivos de espárragos, hortalizas o las plantaciones de chopos y frutales creando, además de una gran biodiversidad, un paisaje único.
El espárrago triguero, el cultivo estrella de la vega
Sin lugar a dudas, el producto más reconocido de nuestra vega es el espárrago triguero de Huétor Tájar. Un manjar para los árabes que se perdió tras la reconquista, y que fue recuperado por los agricultores hueteños hace casi 100 años. En los años 70 se comenzaron a fundar las primeras cooperativas para su distribución y comercialización hasta llegar a nuestros días, reconocida su Denominación de Origen, exportado a Alemania y Francia y con una producción de unas 30.000 toneladas al año y que da trabajo a cientos de familias en este municipio.
Unas hortalizas y verduras de altísima calidad
Además de los espárragos, en la vega se cultivan una gran variedad de hortalizas, parte de esta en cultivo ecológico, con empresas que también las exportan a países de Europa, principalmente Alemania. Destacando los tomates, cebollas, ajos, zanahorias, tomates, alcachofas, acelgas, sandías, calabacines o pepinos. Muchas de estas de variedades tradicionales, muy diferentes en sabor a las variedades más industriales.
En definitiva, nuestra vega es, en sí misma, un patrimonio paisajístico, económico, cultural y gastronómico. Un espacio que, produce alimentos y trabajo para muchas familias de estos pueblos. Algo que debe ser valorado y tenido en cuenta a la hora de consumir los alimentos que en él se producen.