Miguel Jáimez
Asesor laboral.
La reforma laboral
Lo acontecido en el parlamento es un despropósito de los mayores que yo he visto en la democracia española, si están intentando superarse lo están consiguiendo. No cabe duda de que era una votación sumamente importante, se trataba de una ley de vital importancia para los trabajadores y empresas de este país y de cómo van a ser las relaciones de trabajo en nuestro país, con todo lo que supone para la vida, ya no solo de las personas, sino de las empresas.
Tras una ardua negociación de meses en que cada una de las partes ha batallado por sus intereses legítimos con toda su fuerza y astucia negociadora, aquí no se regala nada. Todo el mundo tiene detrás a mucha gente que depende de su buen hacer, los empresarios no van a regalar nada, saben que las empresas dependen de sus esfuerzos negociadores para sacar las mejor norma que cubra sus intereses económicos, de funcionamiento, de futuro, los sindicatos van a mirar por los trabajadores y su estabilidad en el empleo en las mejores condiciones. Pues después de ocho meses y de librar muchas batallas, luchando párrafo a párrafo, se llega a un acuerdo donde nadie ha ganado y donde se ha conseguido consensuar una serie de preceptos donde funcionar, donde moverse en las relaciones laborales como medio de entendimiento para el funcionamiento dentro de las empresas.
Pues nada, con toda la fuerza de llegar a un acuerdo, van los partidos en el “No” y con la responsabilidad de un caracol en un muro bajo el sol, empiezan a menospreciar lo pactado pensando solo en sus intereses partidistas, en no estar por lo que necesita la sociedad y poner por delante sus ansias de poder y hacen todas las artimañas para que este acuerdo de trabajadores y empresarios salte por lo alto.
No voy a entrar a comentar el proceso de votación y el espectáculo bochornoso acontecido en el parlamento, ni en hablar de tamayazos o de fraudes informáticos, ni incluso en hacer vejación o burla del voto del señor Cayo, lo que sí voy a argumentar es cómo esta norma conseguida por los representantes de trabajadores influye positivamente en la vida de las personas y empresas.
El hecho de que se busque una mayor protección contractual y dejar los contratos eventuales para situaciones realmente temporales, lo que hace que la gente pueda tener una estabilidad para sus vidas personales y familiares. Que los convenios se prorroguen automáticamente mientras no haya otro negociado supone una tranquilidad en la regulación y convivencia en las empresas y en su funcionamiento. Que exista una figura como los ERTES, supone una tranquilidad y protección para las empresas en dificultades económicas y de otras índoles con nuevas vías de protección pensada en la posibilidad de supervivencia de la empresa y de los puestos de trabajo de los empleados.
Cuando uno piensa en política, se trata de eso, de cómo nuestros representantes van a buscar las soluciones posibles para que la vida en nuestro país sea mejor para todos y que nuestras empresas estén cada vez mejor posicionadas con las mejores garantías de protección y que nuestros trabajadores tengan cada vez más blindados sus derechos, no que se juegue a esa política de egos y limitaciones serviles sin ninguna otra motivación por hacer de su uso una búsqueda del bien para los ciudadanos, primando otros intereses que los que se planteaban con esta reforma. Nunca han hablado de contenidos, han querido derrocarla solo para intentar llegar cuanto antes al poder sin pensar ni valorar si era buena esta disposición para las empresas y trabajadores.