Las cooperativas y asociaciones olivareras prevén una reducción de 115.000 jornales, 80 millones de kilos de aceite menos y pérdidas económicas por valor de 250 millones de euros por la falta de lluvias en la provincia
Las Cooperativas Agroalimentarias de Granada y diferentes asociaciones de agricultores alertan del descenso en la producción agrícola por la falta de lluvias. En concreto, según los que manejan esta campaña habrá hasta 80 millones de kilos menos de aceite en la provincia de Granada, lo que tendría un impacto en el empleo de 115.000 jornales menos.
«Cuando en marzo disfrutamos de unos días de precipitaciones nos relajamos pensando que se abría una temporada de lluvias que nos aliviarían en los recursos hídricos. Pero no es así. A 23 de agosto el agua embalsada en los pantanos granadinos asciende a 383 hectómetros cúbicos. Si ya esta cifra es preocupante mucho más lo es que los datos de variación siempre van a la baja, un 0,93 por ciento menos que la semana anterior», explican en una nota de prensa Faeca.
La sequía no solo afecta al olivar, pero sí es uno de los cultivos más perjudicados. Así, según el director de Cooperativas Agroalimentarias de Granada, Gustavo Ródenas, «en la presente campaña vamos a cuantificar hasta 80 millones de kilos de aceite menos, con unos 250 millones de euros de pérdidas respecto a otros años».
Señalan la comarca del Poniente Granadino como una de las más afectadas por la falta de lluvias “ya se nota falta de agua en zonas como Loja, Salar, Alhama, Montefrío e Íllora, con un nivel de lluvia de la mitad de la media, han llovido 300 litros por m2 cuando lo normal es 600 litros”. Alrededor de 40.000 familias viven en Granada del sector del olivar, explica para alertar de que, en algunas zonas, este año se espera que habrá «menos de la mitad de cosecha que otros».
El problema para UPA Granada no solo está en las pérdidas de cosecha, de valor económico y de empleo en el medio rural de nuestra provincia, sino también en el futuro. “La ola de calor que sufrimos en los momentos iniciales de la floración quemó todos los tallos que no habían salido. Después, las altas temperaturas del verano, unidas a la falta de precipitaciones y la prolongada situación de sequía que sufrimos, han hecho que las aceitunas que tienen los árboles hayan disminuido de tamaño y están muy arrugadas, especialmente en el secano. En muchas explotaciones, incluso, los olivareros ni siquiera recogerán el fruto porque les costaría más dinero del que obtendrían”, afirma.
Además, la falta de lluvia se sigue notando, especialmente en el secano. Tal y como están las cosas ahora mismo “mucho nos tememos que el olivo pueda sufrir daños estructurales. De persistir la sequía y no llover en los meses de septiembre y octubre, los olivos se pueden resentir de cara al futuro y entonces sería imposible cuantificar los daños y las pérdidas que sufriremos