Juanjo Matas Rosúa / Octubre 2022
Texto revisado y corregido por Eva Aguilera Parejo
Hasta hace no muchas décadas, en las cumbres más altas y frías de la Sierra de Loja, existían los neveros o pozos de nieve. Eran unas construcciones de piedra destinadas a almacenar y conservar este material en una época donde los congeladores y neveras aún no existían
Uno de los pozos de nieve mejor conservados de la Sierra de Loja, como se puede apreciar, se sitúa en el fondo de una gran dolina. Foto de La Plaza Digital
Los neveros, o pozos de nieve, eran unas estructuras que se construían en las cumbres de las sierras para acumular y conservar nieve. Posteriormente, esta nieve se trasladaría a las ciudades para su uso en la conservación de los alimentos, creación de bebidas y con fines terapéuticos. Existen pruebas del uso médico de la nieve desde hace 4 000 años.
Estas estructuras tenían diferentes grados de complejidad: desde simples ventisqueros situados en las zonas más frías de las montañas, donde el viento acumulaba la nieve durante las nevadas y ventiscas; hasta pozos de varios metros de profundidad construidos con muros de piedra y bóvedas en su parte superior, que podían conservar la nieve hasta dos años.
En la sierra de Loja hay documentados hasta 30 neveros, identificados por el técnico de cultura del Ayuntamiento de Loja Antonio Jiménez. Los que mejor grado de conservación presentan son los que están localizados en el pico de las Cabras, a unos 1 600 metros de altitud.
Se puede apreciar la utilización de piedras para hacer los muros procedentes de la propia sierra. Foto de la Plaza Digital
La importancia de la industria de la nieve y la Pequeña Edad del Hielo
La industria creada alrededor de la producción, conservación y almacenamiento de nieve fue muy importante cuando no existía la producción industrial de hielo. Este material era clave a la hora de conservar los alimentos, producir bebidas heladas (eran muy populares) y en los tratamientos terapéuticos con frío; ya que se usaba en el control de hemorragias, fiebres, inflamaciones o fracturas.
Los pozos más antiguos datan del siglo XVI y se localizan en Sierra Espuña (Murcia), donde están identificados 23 de estos neveros. En Sierra Tejeda también encontramos varias estructuras de este tipo. Como curiosidad y símbolo de la importancia de esta actividad en la zona, su pico más alto, «La Maroma», recibe este nombre por las gruesas cuerdas (maromas) que usaban los trabajadores de la nieve para descender a los pozos y sacar el hielo.
El apogeo de esta industria se sitúa en el período climático denominado la Pequeña Edad del Hielo, un episodio de enfriamiento del planeta que se produjo entre los años 1650 y 1850. Como consecuencia, se produjo un enfriamiento del clima de entre 1 y 2 ºC (el calentamiento global actual supone un aumento de 1,5 ºC en España). Durante estos siglos, la duración de la nieve en la Sierra de Loja y en otras cercanas como Sierra Tejeda era mucho mayor que la actual. Hoy en día apenas caen dos nevadas al año y desaparecen rápidamente.
En su libro El libro de Sierra Nevada, el autor Pablo Prieto evidencia que durante el siglo XVIII incluso se exportaba nieve en barcos desde los puertos de Almería a la ciudad argelina de Orán. Esto nos da una idea de la importancia que tuvo la industria de la nieve en esta época.
Otro de los neveros, de menor tamaño y en peor estado de conservación. Foto de La Plaza Digital
Los neveros lojeños
Antonio Jiménez ha documentado la existencia de 30 neveros en la Sierra de Loja. No obstante, los que mejor estado de conservación presentan son los situados en el pico de las Cabras, a unos 1 600 metros de altitud. En ese cerro pueden observase 12 de estos pozos. Son circulares, están construidos con mampuestos calizos o están trabados con mortero pobre de cal, y tienen un doble muro para aumentar su capacidad aislante. Podemos suponer que algunos también tenían una cubierta semiesférica exterior para proteger mejor la nieve durante la época estival.
Los construyeron en el interior de las dolinas, lo que aumentaba el abrigo de la nieve frente a los elementos y también facilitaba su llenado. De esta forma, se podía trasladar la nieve de la parte superior de la dolina (al fondo de la misma). No solo se conseguía disminuir el esfuerzo de trasladar la nieve, sino que también se agilizaba el trabajo de llenado y compactación de la nieve en los pozos.
Una industria con cuatro siglos de historia
En el Archivo Histórico Municipal lojeño hay muchas referencias a la industria de la nieve en Loja. La primera data de 1615, donde se constituye la comisión para la creación de una «casa de la nieve» en Loja. Estas casas de la nieve, también construidas en la Sierra de Gádor (Almería), eran viviendas para los trabajadores que se ocupaban de las tareas de recogida, acopio y encierro de la nieve. Se solían construir cerca de los pozos de extracción. Por desgracia, no se ha encontrado ninguna construcción en Loja que pueda atribuirse a este cometido.
Además de esta reseña, en el Archivo lojeño pueden encontrarse otros ochos documentos relacionados con la industria de la nieve. Abarcan fechas desde 1615 hasta 1806, lo que da testimonio de la importancia de este trabajo en la Sierra de Loja.
Foto de la Plaza Digital
Un trabajo muy duro
El trabajo para recoger, almacenar y transportar la nieve tuvo que ser realmente duro. Los trabajadores debían subir a la sierra durante el invierno soportando las inclemencias meteorológicas, recoger la nieve con capazos, almacenarla en los pozos y compactarla usando mazos o sus propios pies. Para su traslado, usaban mulos o burros, que cargaban con la pesada nieve compactada. Luego, bajaban de la sierra por estrechas veredas lo más rápido posible para evitar que se derritiese la nieve. Cuanto menos material bajasen, menos pago recibirían.
Un patrimonio apenas estudiado
En otros municipios y zonas montañosas que poseen neveros y pozos de nieve como Sierra Espuña (Murcia), Sierra Nevada (Granada), Sierra Tejeda (Granada) o la Subbética Cordobesa sí que se han estudiado en profundidad la historia de estas estructuras. Sin embargo, en la Sierra de Loja tan solo Antonio Jiménez y el Grupo de Espeleólogos Granadinos han realizado investigaciones sobre estas estructuras y por iniciativa propia. Urge que las administraciones tomen cartas en el asunto y se recupere la historia de la industria nival lojeña, tanto por el atractivo turístico que supondría, como para poner en valor el patrimonio cultural y arqueológico que implica.
La bibliografía utilizada para realizar este artículo ha sido:
MANUEL TITOS MARTÍNEZ (2015) Los neveros de Sierra Nevada; Historia, Industria y Tradición, Organismo Autónomo de Parques Nacionales
GRUPO DE ESPELEÓLOGOS GRANADINOS (2018) Exploraciones bajo el desierto de piedra- III, Loja-Salar, Imprenta de la Diputación de Granada
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