27 de diciembre 2023

Juan Alonso
Gestor Cultural
Propósito de enmienda
Como siempre y según marca la tradición, llegado diciembre ponemos a funcionar a toda máquina nuestro repertorio de ritos y ceremoniales para formalizar la venida del año nuevo. Convocamos a nuestros compañeros de trabajo para alguna comida con sobremesa, las chicas se envuelven en brilli-brilli y compramos racimos de uva y bolsas de matasuegras. Sabemos que algo concluye y que, por lo tanto, algo inédito tiene el deber de comenzar.
Vivimos el salto al uno de enero con cierta ansiedad, o eso creo. Convertir un minuto que no es diferente a tantos otros ya vividos a lo largo del año en un evento exultante, exige una resolución y un vigor admirable. Si llegado el momento te falla la determinación no desesperes, la televisión y el champagne echarán el resto. Todo será tan ineludible como esperas, y en el momento preciso habrá campanadas y propósitos de mejora.
No todos esos propósitos tienen el mismo calado. Unos se conformarán con apuntarse al gimnasio, decirle más te quieros a la madre anciana, dejar de pensar en la vecina del quinto o acariciar más al gato, pero hay otros modos de enmienda. Tienen que ver con cosas menos concretas, más con la forma de ser o de estar en el mundo inmediato que con la rutina de los días que llegan. Por ejemplo, con respecto al año que comienza, podemos decidir si afrontar, enfrentar o confrontar lo que venga.
AFRONTAR es un verbo con buena reputación. Nos habla de coraje, tiene que ver con tirar palante y nos sitúa en la ruta del héroe que salva las dificultades con esfuerzo, que asume toda la responsabilidad de sus pasos sin desviarse del camino trazado. Para el que “afronta”, el año nuevo debe ser transitado con toda la carga sobre los hombros y con toda la exigencia sobre sí mismo. Es lo que tiene la cultura del individualismo… que pesa y que no reparte obligaciones.
ENFRENTARSE al año nuevo es otro modo de transitar por él; una opción personal -otra más- de “buen propósito”. Si en la opción de afrontar habita un espíritu de superación en cierto modo positivo, en el enfrentamiento reside el enano de la cerrazón. Enfrentar tiene que ver con la pelea y la controversia, con poner toda responsabilidad de enmienda en el otro -capa y espada- al servicio de nuestras líneas rojas. La intolerancia al futuro es una enfermedad autoinmune de muchos de nosotros.
En última instancia, cabe la posibilidad de CONFRONTAR. Caminar el camino sin dejar de interpelarlo, sin dejar de exigirle atajos y nuevos rodeos -si es necesario-, pero lejos del espíritu épico del que afronta el rumbo casi como un destino, y sin el ánimo pendenciero y negacionista del vehemente. Aprender a confrontar el devenir de manera crítica y constructiva, sin condescendencia pero sin intolerancia, me parece un magnífico propósito de enmienda para 2023; aunque siempre cabe la posibilidad de “sentarse al lado del camino, fumando el humo mientras todo pasa” (Fito Paez dixit). Pero aún es pronto para eso.