José María Martín
Trovador en la Última Frontera
La revolución del pan y el queso
Hoy veintinueve de Junio,
hace ciento sesenta y un años,
hubo en Loja unos sucesos,
que merecen ser mencionados,
pues de justicia es divulgarlos.
Cuando el llamado albéitar,
Don Rafael Pérez del Álamo,
y otros diez mil compañeros,
hicieron una revolución,
de obreros y jornaleros.
Del Trabuco, de Archidona,
Loja, Iznájar y las Fuentes,
gente decidida y valiente,
cumpliendo su compromiso,
acudieron voluntariamente.
Inicialmente hacia Iznájar,
al mando de veinte hombres,
primero al Ayuntamiento,
que pronto cayó en sus manos,
y a la Guardia Civil rindieron,
tomando su destacamento.
Y publicaron su bando:
“Todo aquel que sienta amor
a la libertad y a su patria,
empuñe un arma y se una
a sus mismos compañeros,
y el que así no lo hiciese,
es cobarde, o mal español,
es nuestra misión defender,
los derechos del hombre,
el hogar doméstico,
valores de la democracia,
respeto a la propiedad
y a la libertad de opinar.”
Y partieron hacia Loja,
cruzaron por el río Genil,
por la Cuesta de Balerma,
vadeando en barcas el confín,
o agarrados a una maroma,
ya eran más de seis mil.
Después de alguna escaramuza,
a una legua de Loja quedaron,
descansaron y se organizaron
batallones, compañías, cuartas,
con sus respectivos jefes,
oficiales, sargentos y cabos.
A Loja por la mañana llegaron,
fueron tomando posiciones,
pidieron diez mil raciones,
más armas y municiones,
y la evacuación de la ciudad
de la fuerza gubernamental.
Y desde la sierra bajaron,
viendo que la tropa huía,
sin tropel y con sosiego,
ya eran más de diez mil,
cantando el himno de Riego,
En medio de la adhesión,
de casi toda la población,
no hubo saqueo ni desmanes,
para abastecerse raciones,
es lo único que pidieron.
Y se hizo constar en actas,
en sesiones del Ayuntamiento,
y mayores contribuyentes,
negándose a recibir dineros,
para mantener a sus gentes.
Durante la ocupación,
mucha más gente acudió,
de Alhama, Huétor, Salar
y otros pueblos de Graná.
Llegándose a repartir,
raciones veinte ocho mil.
Los sublevados velaron,
de que no hubiese atentados
contra propiedad o personas,
no hubo venganza ni fobia,
revanchas, resarcimientos,
desquites ni represalias.
El gobierno mandó tropas,
pertrechadas con artillería,
de Málaga, Granada y Sevilla,
soldados de infantería
y también la caballería.
Y durante el día cuatro,
viendo que la artillería,
había tomado posiciones,
pidieron que se rindieran,
algunas delegaciones.
El llanto de algunos,
el amor a la ciudad,
los rigores de un asalto,
los efectos de cañones
y decidieron una cosa:
una retirada honrosa.
Así que se colocaron
para dominar la sierra,
y por allí escaparon,
ordenados y sin tregua,
dejando a los militares,
sin refriega ni contienda.
Sin saber qué había pasado,
pues cuando entraron en Loja,
no había ni un revolucionario,
y tan solo allí quedaban
las gentes del vecindario.
Y aunque algunos intentaron,
seguir con el alzamiento
y se fueron hasta Alhama,
pa después tomar Granada,
aquello se disolvió,
más rápido que se formó.
Y aquí terminó la aventura,
de aquella gente entusiasta,
de la libertad de su patria,
sin que se hubiese llorado,
ya que esta revolución,
ni un solo muerto ha cobrado.
No podemos decir lo mismo
de la posterior represión,
cientos fueron a presidio,
a Granada o Cartagena,
Santoña o Fernando Poo.
Muchos fueron condenados,
a prisiones o al cadalso,
muriendo a garrote vil,
otros fueron ahorcados,
también muchos fusilados,
o en caminos ajusticiados.
Pero gracias a su sacrificio,
valor, entrega, abnegación,
el mundo se ha trasformado,
merced a estas convulsiones,
pacíficas, o sangrientas,
que llaman revoluciones.
Y dejo a alguien más ducho,
y más puesto en esta historia,
que explique ¿Por qué era eso?
Lo de llamar a esta rebelión:
Revolución del Pan y el Queso.
Aun cuando he investigado,
no he conseguido averiguarlo,
aunque tengo algo pensado,
al no haberlo comprobado,
no me atrevo a divulgarlo,
Y si queréis contestarme,
pues ya lo dice el refrán,
en ese saber que encierra:
“Que el que no sabe, pregunta,
y el que pregunta, no yerra”.