José María Martín
Trovador en la Última Frontera
Rue del percebe
Lo de este romancero,
es un asunto muy feo,
aunque al leerlo parezca,
una historia del tebeo.
Se juntaron dos chorizos,
buscaron un salchichón,
al alcalde, Mortadelo,
y su primo el filetón.
Y no crean que estamos
en el pasillo de embutidos,
de algún supermercado
sino en Plaza de Castilla,
en mitad de los juzgados.
Los contratos, parecen falsos,
membretes no les faltaban,
por lo pronto FBI e interpol,
y, no sabemos si tenían,
el membrete de la TIA.
Mascarillas que no sirven,
guantes que no dan la talla.
Lo de estos dos se parece,
a Pepe gotera y Otilio,
Chapuzas a domicilio.
Y después con toda la cara,
según la instrucción detalla,
por lo bien que se portaron,
andan pidiendo medallas.
Los demás como Carpatan,
a ver qué echarse a la boca,
mientras ferraris, yates
y relojes de alta gama,
los zipi y zape gastaban.
Y ya nos hemos olvidado,
del hermano doña Urraca
presidentísima y lideresa,
que cuarto millón cobrara,
además, por toda la cara.
Y anda desaparecido,
no aparece en comisiones
donde ya le han citado.
Él solo atiende comisiones,
como las que ya ha cobrado.
Se ha escondido el muy bribón
y a este ya no lo encuentra
ni siquiera el Lobatón,
ni aquel famoso Anacleto,
que era un agente secreto.
O el Chafardero indomable,
donde hay buenos periodistas,
investigadores, cronistas,
como el Reporter Tribulete,
que en todas partes se mete.
“Para la saca” se gritaban,
cada vez que un contrato
al ayuntamiento le firmaban.
Pues no les salía muy barato,
cerrar con los dos un trato.
Y entre hermanos y primos,
nos trataron como a primos,
con esta operación prima,
donde hubo buenas primas,
porque primaba la prima.
Y aquí el romancero termina.
Pues hay gente que le escuece
y luego por ahí van diciendo
que le parezco a la portera
de la Rue del Percebe 13.