Miguel Jáimez
Asesor laboral.
La clase media trabajadora
Desde algún tiempo nos quieren vender la burra y hacernos creer que todos somos de la misma clase o que todos estamos en una misma clase social, no es así, no es lo mismo una familia que tenga recursos de 10.000 euros que una que obtenga 100.000, por ejemplo. Las necesidades que se cubren con ambos recursos son muy distintas para unas familias de un número de miembros similar pero nos meten a todos en el mismo saco.
Cuando nos hacen ver esto no es por casualidad, tiene su trasfondo como sociedad. Una sociedad a la que se le hace creer que es lo máximo que puede obtener y que está en un estado de bienestar óptimo, se conforma con lo que tiene. No es lo mismo para las familias con menos recursos poder optar a servicios y oportunidades de calidad si no se reivindica y da por bueno lo que tiene
Ahora muchos estratos de la sociedad tienen asimilado que su vida es la que es y no pueden cambiarla, deben conformarse con lo que tienen. Es un pensamiento que les viene bien a las clases altas para que puedan controlar los movimientos reivindicativos y manejar a lo que cada uno puede optar.
También pasa que se ha creado una percepción por parte de muchos de que con trabajos autónomos son empresarios y mantienen unas posiciones más conservadoras cuando son trabajadores como cualquier trabajador de cuenta ajena y sus intereses pueden ser muy parecidos. Pertenecen a la misma clase social que es la clase trabajadora.
La clase obrera que está compuesta por trabajadores de muchos sectores está adormecida por esa percepción de clase media, y no es clase media sino clase trabajadora, por lo que tiene que defender sus intereses desde la mejora de sus vidas, con propuestas que defiendan la igualdad de oportunidades y la protección de unos servicios públicos de calidad porque eso es lo que une. Le hará progresar y mejorar en la obtención de recursos con mejores salarios o mejores beneficios.
No nos podemos dejar convencer por quien busca en sus intereses el que nos conformemos con nuestra posición en la vida y aceptemos menos oportunidades, menos servicios o de peor calidad en nuestra educación y sanidad, o en cómo nos vemos obligados por las grandes corporaciones en consumos no necesarios o a precios de servicios que no se corresponde con el coste de las materias primas. o de la producción de los productos inflados para aumentar sus beneficios de forma totalmente desproporcionada e injusta.