Sergio Piñar Guerrero
Estudiante de Ciencias Políticas
Otoño verde
Septiembre para muchos es más comienzo de año que enero. Hay a quienes se les hace más cuesta arriba septiembre que el primer mes del año, y este seguramente lo sea aún más. Se avecina un mes y un otoño duro. En lo económico y social provocado por la guerra ruso-ucraniana y en lo político por la falta de acuerdos y consenso entre los principales partidos ante una derecha que está muy cómoda en el no a todo, algo que parece no le pasa factura electoralmente, por ahora.
Además de estos factores sociales, económicos y políticos, también se avecinan unos meses e incluso unos años duros, cada vez más, en lo medio ambiental. Hemos pasado un verano caliente con incendios en prácticamente toda la geografía española que han arrasado con paisajes naturales insustituibles y terrenos agrícolas y ganaderos que eran el pan de cada día de muchas familias. Lo peor, lo más desalentador de todo es que muchos de estos fuegos han sido provocados intencionadamente por personas o por alguna imprudencia humana; personas que están acabando con lo que es el hogar de sus vecinos, familiares e incluso el suyo propio.
Todo esto con una de ola calor continua e interminable que, junto a la escasez de lluvia, ha hecho que los niveles de agua de nuestros embalses, acuíferos y pantanos estén bajo mínimos. Como se publicaba en este mismo periódico el pantano de Iznájar se encuentra a un 19% de su capacidad dejando imágenes desoladoras nunca vistas.
Por eso, el ahorro de energía es una necesidad no solo económica, como lo es actualmente aunque algunos lo tachen de “frivolidad”, sino también medioambiental. De igual modo, si hubiera que limitar el consumo de agua en algún momento debido a su escasez, los mismos que ahora niegan el cambio climático y el calentamiento global serán los que acusarán al gobierno de turno de dictatorial y autoritario. Como en todo para señalar los problemas sobran cabezas, pero para proponer soluciones aunque estas sean complicadas y supongan cierto coste electoral se echan en falta.
También es cierto que no se le pueden pedir peras al olmo; a quiénes no creían en la ciencia y no apostaban por las vacunas para acabar con el coronavirus difundiendo teorías conspiranoicas, a quienes niegan la violencia de género o incluso afirman que La Tierra es plana puede serles complicado entender que los recursos naturales son finitos.
Sin embargo y a pesar de ellos se van dando pasos y cambios que nos permiten vislumbrar algo de esperanza entre tanta ignorancia: el 40% de la producción de electricidad en nuestro país el pasado mes de abril provino de energías renovables, lo que supuso un récord; este aumento de la producción de energías renovables coincide con el crecimiento del autoconsumo doméstico a través de placas solares. Otros cambios más a largo a plazo que verdaderamente supondrán un cambio en nuestro modo de vida es la eliminación total del coche de gasolina y diésel, en 2035 se prohibirá la venta de estos coches y en 2050 el uso de los mismos si nada cambia. Medidas tan drásticas como necesarias.
La sociedad en su mayoría es consciente de la situación climática actual y de la necesidad de una modificación en ciertos aspectos de nuestra vida para asegurar al devenir a las generaciones futuras, solo faltan líderes políticos valientes que antepongan el bien común al de ciertas élites económicas.