Diciembre 2021 / Redacción.
Corregido por Eva Aguilera Parejo.
Este proyecto pionero consigue mejoras del rendimiento académico en el 70% de los menores que reciben el refuerzo escolar, además de conseguir que parte de las necesidades básicas de sus familias se vean cubiertas.
La asamblea comarcal de Cruz Roja puso en marcha hace seis años un proyecto pionero de refuerzo escolar conocido como «El Pinar» dirigido a niños y familias con escasos recursos o en riesgo de exclusión. Además, ofrece e imparte para aquellas familias inmigrantes clases de español y cultura para favorecer su integración y socialización.
El equipo de La Plaza Digital estuvo hace unos días en el antiguo parque de bomberos de Loja. Actualmente es donde se encuentra la sede de Cruz Roja del Poniente Granadino, que comparte espacio con «El Pinar». Allí, el técnico de gestión local, Francisco Moya, y la voluntaria, Loli Muñoz, nos enseñaron amablemente las instalaciones y nos explicaron todos los detalles de esta iniciativa tan necesaria surgida en esta asamblea de la Cruz Roja.
Todo empezó cuando una voluntaria se encargaba de impartir clases a un grupo de unos 20 niños por las tardes para ayudarles a avanzar en la escuela. Todo esto sucedía en la antigua sede de Cruz Roja conocida como «El Pinar», a la entrada de Loja
Este proyecto comenzó cuando una voluntaria se encargaba de impartir clases a un grupo de unos 20 niños por las tardes paa ayudarles a avanzar en la escuela.
Fue entonces cuando, nos cuenta Paco, se percataron de que las dificultades académicas de los niños que acudían allí eran mucho más que académicas: «Detectamos necesidades en sus familias. Les faltaban alimentos en sus casas, ropa… Todo eso repercutía en su rendimiento académico. Entonces nos dimos cuenta de que hacía falta un trabajo más profundo con esas familias».
Así, decidieron trabajar en un proyecto integral que fuese más allá de lo puramente académico. Un proyectoque involucrara a las familias para ayudarlas a integrarse y a paliar en la medida de lo posible algunas de las necesidades básicas que presentaban los pequeños y que tanto les lastraban en la escuela. «Los niños pagan el pato de heredar la pobreza».
Para ello necesitaban un espacio mucho más grande que el que tenían. El Ayuntamiento de Loja les cedió el antiguo parque de bomberos y gracias a fondos europeos lograron hacer realidad el proyecto.
La primera parada de la visita es la cocina, donde tiene lugar una parte muy importante del proyecto que desarrollan en «El Pinar»: la cocina colaborativa.
La base de la cocina colaborativa es que todos trabajan en la elaboración de los alimentos, la limpieza y el reparto de comida con el objetivo de crear redes y lazos entre las personas que asisten a este programa. El fin de este proyecto no es solo proporcionar alimentos a aquellas familias que los necesitan, sino construir equipo, familia, entre todos ellos. La cocina siempre ha sido el núcleo central de los hogares, donde está el calor y la seguridad. El equipo de Cruz Roja intenta recrear esas redes de seguridad y afecto mediante este proyecto.
Los alimentos que cocinan provienen en su mayoría de donaciones de empresas lojeñas, muy comprometidas con Cruz Roja. Además, toda la infraestructura, cocina y cámaras de refrigeración para conservar los alimentos, han sido financiadas por la Obra Social «la Caixa».
Es jueves y están a punto de dar las 16:30. Los niños y niñas comienzan a entrar en las diferentes aulas que conforman las dos plantas levantadas dentro de la nave principal que años atrás estuvo ocupada por camiones de bomberos. «Todos los años tenemos una media de 50 menores más o menos. Este año son menos porque tenemos menos voluntarios, así que hemos tenido que hacer una lista de espera», nos cuentan Paco y Loli. Continúan: «Hacemos un llamamiento para que vengan voluntarios. Ahora hay unos 20; pero si tuviéramos más, pues tendríamos cubiertos todos los días de la semana como hemos tenido otros años».
Se refieren a que hasta la pandemia tenían suficientes voluntarios como para que entre unos y otros hubiera grupos de niños dando clases todos los días de la semana. Pero ahora solo tienen voluntarios para que haya clases los martes y los jueves, por lo que menos niños pueden recibir este refuerzo escolar.
Algo nos sorprende, y es que las madres de los niños también se encaminan hacia las aulas. Enseguida nos explican que es otra de las partes del proyecto: «Las mamás tienen que sacar de la escuela a sus hijos para que les acompañen al médico, al banco o a hacer trámites; porque ellas no saben hablar castellano. Así que aquí les damos clases para que lo aprendan. Así ellas son más autónomas y no tienen que sacar a sus niños una mañana de la escuela para ir al médico o a donde sea».
Mientras nos asomamos desde la puerta a las aulas para ver cómo los pequeños hacen sus deberes con la ayuda de las voluntarias de Cruz Roja, Paco y Loli hablan de los objetivos académicos que tienen planteados: «Evitar el fracaso escolar de los niños, que vienen y tienen que aprender un idioma muy difícil para ellos. Se empiezan a quedar atrás, a sentirse excluidos, porque no saben hacer los deberes que les ponen en el cole y en sus casas no les saben ayudar. Aquí les ayudamos a hacer los deberes y también hacemos actividades de refuerzo, sobre todo de comprensión lectora».
También ayudan a niños que cursan secundaria gracias a la Academia Medina Lauxa. «Los de secundaria se nos escapan un poco porque son materias más difíciles que necesitan un profesorado más especializado. La academia Medina Lauxa rápidamente quiso colaborar con nosotros haciéndose cargo de esa parte». Cuenta Paco.
Mientras continúa la visita por las distintas estancias del recinto, hablamos de otro problema que se puso de relieve a partir de la irrupción de la pandemia y la llegada de las clases virtuales: «Las familias con menos recursos y menos conocimientos de las tecnologías se quedaron más descolgadas. Así que desde Cruz Roja nos pusimos a trabajar en el «Plan Responde» para hacer frente a esa brecha digital. Buscamos todos los recursos, adquirimos tablets para las familias, los pinchos de datos para internet, les pusimos a algunos los ADSL».
Aunque Cruz Roja Española tiene un proyecto marco de refuerzo escolar que se aplica en toda España, vemos que en «El Pinar» se le ha dado «una vuelta de tuerca», en palabras de Paco. Son varios aspectos importantes los que diferencian al proyecto que aquí se lleva a cabo con el que lleva Cruz Roja en el resto de lugares. Por ejemplo, «el hecho de que casi todos los voluntarios provengan del ámbito docente, la ratio de alumnos por voluntario que procuramos mantener, o el contacto directo que tenemos con los centros educativos asistiendo a tutorías para poder incidir en donde sus tutores nos informan que necesitan más ayuda», comenta Paco
Todo ello hace de «El Pinar» «una referencia a nivel nacional», nos asegura. De hecho, nos cuentan que han suscitado el interés de asambleas de Cruz Roja de toda España. Tanto que se ha llegado a elaborar una guía de implantación del proyecto para que pueda ser replicado en otros lugares no solo de nuestro país, sino también del otro lado del charco. Además, han sido galardonados con un premio nacional.
Sin embargo, lo más gratificante es que el trabajo que desde hace seis años vienen realizando en «El Pinar» da sus frutos. En torno a un 70% de los alumnos que forman parte del proyecto mejora su rendimiento académico en la escuela.