
Sergio Piñar Guerrero
Estudiante de Ciencias Políticas
Tengamos las fiesta en paz
Este año está siendo el año de la vuelta de nuestra fiestas y celebraciones tras dos años de parón a causa de la pandemia. Primero fue el carnaval, después la semana santa, seguida de la romería y las fiestas de nuestras pedanías en estos meses de verano, entre otras muchas. Ahora es el turno de nuestra “Feria Grande”; muchos jóvenes, y no tan jóvenes, regresan esta semana a celebrar y a reencontrarse con sus amigos y familiares.
Teníamos ganas de “volver a la vida” y así lo estamos viendo en todas las fiestas de pueblos y ciudades a lo largo y ancho de nuestro país. Sin embargo, también están ocurriendo una serie de hechos que como sociedad deberían preocuparnos. El más reciente y el que nos ha tocado muy de cerca es el presunto homicidio de un joven en el pueblo vecino de Íllora durante sus fiestas; no solamente le quitaron la vida a Juan, también a su familia y a un pueblo que tardará un tiempo en recomponerse. Este suceso en nuestra ciudad añade un plus de inseguridad por cercanía y por algunos precedentes.
En estos dos años han cambiado muchas cosas, pero, además de estos hechos puntuales, hay otras que no han cambiado. No ha cambiado la chica que le dice a su amiga que le avise cuando llegue a casa o la que lleva el móvil en la oreja pareciendo que va hablando por teléfono cuando en realidad se trata de una simple apariencia. Sin embargo, ellas no son las que deben cambiar, tienen que cambiar los que con sus actos y sus palabras provocan que tengan miedo al andar solas por la calle.
Durante las fiestas veraniegas de este año la tendencia han sido los pinchazos, principalmente a chicas, con alguna sustancia para dejarlas inconscientes y de esta manera aprovecharse de ellas. Lo de utilizar sustancias con este fin no es nuevo, la novedad es hacerlo tan descaradamente, con jeringuillas y de forma que algunas de las víctimas se den cuenta de que han sido pinchadas. Todo esto ha desencadenado una moda que, además de los que la han usado para violar, consistía en pinchar a las personas simplemente como una diversión, con el riesgo que esto conlleva. Esto ha provocado una sensación de inseguridad en los jóvenes, sobre todo en ellas. Como muchas chicas denunciaban en sus redes si para mantener relaciones sexuales tienes que pinchar, lo que quieres entonces es violar.
Lo ideal sería que todos saliéramos a divertirnos sin perjudicar al de al lado; siendo incluso lo sencillo parece una utopía. Conscientes de que esto es muy complicado, desde las instituciones se debe apostar por la seguridad y más en estas fechas, que en Loja en ocasiones brilla por su ausencia. Seguridad no solo para los ciudadanos sino para los negocios, colectivos y particulares que montan una caseta, que son, entre otros, los que hacen que nuestra Feria Grande pueda llevarse a cabo.
En definitiva, salgamos a pasarlo bien; bailemos, cantemos, bebamos y comamos, pero no le amarguemos la feria a nadie porque como bien dice el dicho “tengamos la fiesta en paz”.