Se solicita al ministerio de transición ecológica un decreto ley para paliar los efectos negativos de la sequía. El pantano de los Bermejales se encuentra al 22% de capacidad, y el de Iznájar al 21%.
Debido a la escasez de lluvias el organismo ha declarado la situación de sequía extraordinaria. El Poniente Granadino no se encuentra en nivel de alerta máxima, pero está en alerta naranja, el paso previo.
Nuestro principal embalse, el de los Bermejales, se encuentra al 22,3% de su capacidad, cuando su media es del 56% en este período. El otro embalse, situado en parte en el Poniente, es el de Iznájar, que está al 20,1% de capacidad, cuando la media para esta época del año es del 52%. La tendencia no es buena, tan sólo existe un 33% de posibilidades de que este año llueva dentro de la media.
De esta cuenca dependemos 4,5 millones de personas, 554 pueblos y 890.000 hectáreas de cultivos de regadío. Las precipitaciones acumuladas en lo que va de año hidrológico son de 42 litros/m2, cuando la media ha sido de 71 litros/m2.
Esta declaración supondrá restricciones al regadío en la agricultura, lo que va a implicar pérdidas económicas y pérdida de empleos. El agua para consumo humano está garantizada por dos años, pero la situación podría cambiar si sigue sin llover.
El consumo humano está abastecido dos años. Pero la situación podría cambiar si sigue sin llover.
Las precipitaciones cada año son menores, según el presidente de Confederación Joaquín Páez; En los últimos 25 años ha llovido un 17% menos que la media histórica. Desde hace casi diez años que estamos sufriendo un período seco, de los últimos ocho años, sólo el año 2017-2018 se aproximó a la media de precipitaciones. El resto han sido secos” apunta el presidente de CHG.
La cuenca del Guadalquivir se encuentra en su peor situación desde 1995, la última gran sequía. Con la diferencia de que el cultivo de regadío ha aumentado exponencialmente, por lo que las tensiones en el campo se incrementarán. Por ejemplo, la superficie de olivares en regadío no ha parado de subir mientras que las reservas de agua no han dejado de bajar.
El cambio climático es una realidad. Andalucía, y el Poniente en concreto, son una de las zonas más vulnerables de Europa ante el cambio climático. Y una de las más claras consecuencias de este fenómeno es la falta de lluvia.
Nuestro tejido productivo se basa, en su mayor parte, en la producción agrícola. Una reducción de los regadíos va a implicar una menor producción y por ende, menos contrataciones en las diferentes campañas agrícolas.