José María Martín
Trovador en la Última Frontera
Me acabo de enterar que ha muerto, la reina de Gibraltar
Hay unos chicos muy periodistas,
que se las dan de personas listas,
y hace lo menos una semana,
de una difunta nos informaban.
No es que nosotros estemos jartos,
pues esta muerta y descanse en paz,
pero tengamos todos en cuenta,
que era la reina de otro lugar.
Ya la suben, ya la bajan,
a hombros o en una furgo,
desde el Castillo de Windsor,
a un castillo en Edimburgo.
Para que vean ustedes,
que está to el día en el parte,
porque es lo que yo digo,
que hubiese costao,
hace una semana,
haberla enterrao.
Alguna película,
aunque sea ridícula,
las televisiones,
hubiesen programao.
Y después de la canícula,
los niños a su matrícula,
y qué a tantos tertulianos,
les diesen poliuretano.
Nos han hablado de mucho llanto,
y de las colas de del desconsuelo,
pero nada nos han contado,
de la herencia que ha dejado
cerca quinientos millones,
que deja a sus herederos,
y para los súbditos,
ni siquiera les ha dejado,
una caja pañuelos,
para tantos plañideros.
La principal como no,
nuestra sabia Presidenta,
adalid de la libertad,
que tres días en Madrid,
de luto va a decretar.
Pero no han de preocuparse,
que también lo dice el parte,
qué si la reina ha muerto,
dice el refrán con argucia,
a rey muerto, rey puesto.
Y ahora ya tienen a Carlos,
que ha llegado cabreado,
por la culpa de un tintero,
que no le han apartado.
Vaya cara mala leche,
que le ha puesto al ujier,
pobre, no sabía qué hacer,
entre la cara del Carlos,
y la cara de su mujer.
Es que Carlos ya llevaba,
setenta años esperando,
es que ya ni lo esperaba,
por sorpresa le ha pillado,
y el protocolo ha olvidado.
Y el caso es que yo al Carlos,
lo miraba y lo veía raro,
al final por fin he caído,
los soplillos que tenía,
le han desaparecido.
Por arte de birlibirloque.
Pero si vas y te fijas bien,
le han crecido las cejas,
y los pelos de las sienes,
le tapan las dos orejas.
Pues ya lo dice el refrán,
y tiene su moraleja,
“No oye mejor la oreja
ni por grande, ni por vieja”.