
Miguel Jáimez
Asesor laboral
Mascarillas bien carillas
Cada día que pasa te das cuenta de que las personas que nos roban no vienen en patera, están aquí desde hace muchos años, no hace falta ir muy lejos para encontrarse desarmados que van por la vida aprovechando la primera oportunidad para hacerse ricos a costa de todos.
¿Os acordáis de cómo estábamos en marzo del dos mil veinte de asustados y de perplejos por estar en una situación que nadie había vivido, una pandemia que ni se sabía cómo actuar y cómo protegerse? pues había unos listos que lo tuvieron bastante claro. Cuando se preveía que una protección con mascarillas podría ser muy útil y había carencia de las mismas, vieron el negocio redondo, contactaron con un primo del alcalde para ofrecer sus servicios, ellos, salvadores, podían conseguirlas.
La historia era sencilla: ellos las traían de una empresa de Malasya cuando no había y salvaban esta situación de carencia, pero estos “comerciantes” lo negociaban con el ayuntamiento de Madrid con una mujer que era la encargada de estas compras a través de la empresa pública de servicios funerarios y cementerios de Madrid. No es coña, a través de tres contratos, el primero por traer un millón de mascarillas, el segundo por traer 2,5 millones de guantes de nítralo y el tercero de 250.000 test rápidos. El montante de la operación estafa a las arcas públicas fue de más de TRECE millones de dólares.
CUATRO millones de beneficio, los precios los fijó Alberto Luceño y los impuso al ayuntamiento de Madrid como único agente de esta empresa malaya al hacerlo oculto, un elevado porcentaje del precio real, aproximadamente un 60 % en las mascarillas, 81 % en los guantes y 71% en los test, correspondía a las comisiones que se iban a llevar el señor de postín Alberto y su socio Luis Medina que fue quien consiguió el contacto con el ayuntamiento.
Pues estos señores inflando los precios se embolsaron en una operación de trece millones la friolera cantidad de SEIS millones de euros en comisiones por el aumento de precios que luego la empresa malaya les devolvía. Pues lo que yo os decía, que roban en los peores tiempos de la pandemia esta barbaridad de dinero, todo esto según fiscalía y el señorito Medina de la nobleza se defiende diciendo “es que los de la fiscalía son muy de izquierdas”. El ladrón nos quiere hacer creer que esto es un acto de negocios sin ningún problema legal.
Mira que hemos visto cosas de todos los colores, pero que quieran seguir robando a manos llenas y que comulguemos con que son actos sin ninguna responsabilidad penal, ¿Qué nos quedará por ver? Pero eso sí, habrá quien salga a defenderlos y siempre vea bien lo que hacen los de guante blanco y criminalice con mucha más dureza al pobre que no tiene donde caerse muerto y por mucho menos quiere que lo crucifiquen en la plaza pública.