La columna semanal de Miguel Jáimez – Enchufismo

Se habla mucho de la corrupción por utilizar el dinero público para otros fines que no son los presupuestados, o para lo que son sus verdaderos usos. Pero a veces se nos olvidan y están casi asumidas con normalidad otras corruptelas que tienen el mismo perjuicio que estas primeras.

Algunos estudios hablan que dos de cada tres puestos se cubren por recomendaciones o por designaciones a dedo sin pasar por ningún tipo de selección de personal en la esfera privada. El problema viene cuando esas designaciones o cubrimiento de plazas, o la creación de las mismas, se hacen en la esfera pública.

Cada día nos encontramos con noticias de que una plaza está designada al efecto para el familiar de turno o miembro del partido, se preparan oposiciones o concursos con requisitos específicos para el enchufado de turno. Todo esto es un desprestigio para nuestra democracia por el uso torticero de las instituciones públicas o de los cargos electos, con la injusticia que se produce para que todos tengamos las mismas oportunidades de acceso a un puesto de trabajo.

En un país que quiere estar entre los primeros del mundo en índices democráticos no se puede permitir que todavía se den estas prácticas y se normalicen sin ningún tipo de rechazo social. Ha llegado el tiempo de ser un país de primer nivel en sentido democrático, de dejar atrás los tiempos de corrupción. Los partidos políticos deben ser los primeros en no permitir estas prácticas entre sus filas y cargos.

La ejemplaridad en el desarrollo de la actividad pública tiene que ser modélica. Un cargo público debe de ejercer su responsabilidad de forma ética y sin ningún tipo de uso de su poder para poner en un puesto de trabajo a una persona que, por méritos propios, no sea la apropiada para el ejercicio de la actividad encomendada al no haber pasado por una selección con todas las garantías de legalidad y participación en igualdad