Miguel Jáimez
Asesor empresarial
Civismo y educación.
Cada día (se ve que tengo los cincuenta cerca) me llama más la atención la pérdida de educación y civismo que uno se va encontrando por nuestras calles. Falta empatía con los demás y aprender un poquito a vivir en sociedad.
Estaréis pensando ¿Qué mosca le ha pasado a este antes de escribir esta columna?. Nada más lejos de la realidad, no lo hago desde el enfado, sino desde la recapacitación porque sé que todos cometemos estos actos en alguna ocasión.
¿Quién no ha llegado a aparcar su coche y se ha tenido que ir sin poder aparcar porque otra persona ha ocupado dos plazas para él solo? ¿Quién no se ha encontrado papeles al lado de una papelera? O excrementos de perros que, como animales que son, hacen sus necesidades sin que los dueños las recojan. O chicles y colillas tiradas por cualquier sitio.
Otra cosa que me he dado cuenta es como la gente no respeta el mobiliario urbano, que es de todos, rompen papeleras, señales de tráfico, los parques infantiles o los bancos. Rompen farolas con el perjuicio que es para la ciudad y el incremento del gasto municipal que es pagado por todos con nuestros impuestos.
Hay una gran falta de civismo. Rotura de mobiliario urbano, excrementos de perro sin recoger o colillas y chicles tirados por el suelo.
Quién no se ha encontrado a mucha gente que habla gritando, en el supermercado o en los bares. Hay gente que parece que les gusta escucharse a voces. Les gusta que todo el mundo se entere de sus enfermedades en las salas de espera de urgencias o en las colas de los sitios.
Quién no ha sufrido el escape de una moto formando un ruido espantoso (que no se que placer encontraran con eso la verdad) o aquellos que van con la música a tope para que los escuche el vecino del quinto. Yo siempre pienso este hombre o mujer dentro del coche cómo puede aguantarlo.
O aquellos que se paran en las aceras a hablar bloqueando el paso o quien andando, ocupando todo el sitio de la acera cuando hay espacio para más personas. Quién no se da cuenta de que las personas mayores muchas veces necesitan de nuestra ayuda o que las embarazadas pueden en un momento dado necesitar cederles el asiento en el autobús o en una sala de espera.
Por finalizar, y esto si me da bastante coraje, es ver como muchas zonas de nuestra naturaleza o andenes de carreteras están llenas de latas, botes, botellas de agua y un largo etcétera.
Vivimos en sociedad, y como tal, debemos ponernos en la situación de los demás y pensar que nuestros pueblos son de todos y entre todos tenemos que cuidarlos.