Sergio Piñar Guerrero
Estudiante de Ciencias Políticas
¿Hacia dónde vamos?
Atravesamos a nivel mundial un momento complicado en lo social, en lo económico y en lo político; y siempre los más perjudicados son las clases trabajadoras, los jóvenes y por supuesto, las mujeres, entre otros.
En tiempos convulsos como los que vivimos estos grupos sociales más vulnerables encuentran la oportunidad de rebelarse contra un sistema que les oprime en un intento desesperado de progresar. Pero también, los tiempos complicados como los que estamos atravesando son un caldo de cultivo para que los discursos radicales calen en una parte de la sociedad y se escuchen cosas que creíamos que habíamos dando la sensación de que, en lugar de avanzar, retrocedemos. Y ambas cosas, aun siendo opuestas, las hemos visto esta semana.
El primer caso ha ocurrido en Irán tras el asesinato de una joven de 22 años por llevar el velo mal colocado en la calle. Un hecho deleznable que tristemente no me sorprende en países de este tipo. Lo que sí me ha asombrado, y admiro, es la respuesta de las mujeres iraníes que, siendo conscientes de las consecuencias, se han echado a la calle sin velo en repulsa de lo sucedido con su joven compañera. La ONG Iran Human Rights cifra en 185 el número de personas asesinadas en las protestas por parte de las autoridades.
Mientras tanto en nuestro país hemos visto y escuchado como los residentes de un colegio mayor de Madrid proferían gritos machistas a sus compañeras de otro colegio mayor con una impunidad inaudita. Además, de esto ha salido a la luz otro vídeo donde se ve a los jóvenes haciendo el saludo nazi. Las familias de los chicos que viven en este colegio, en su mayoría de clase alta, pagan 1191 euros mensuales por la estancia, por lo que podríamos estar, según el funcionamiento y la estructura de nuestra sociedad, ante las futuras élites políticas y empresariales de nuestro país.
Por su parte algunas de las chicas del colegio mayor al que iban dirigidos los gritos han salido en defensa de sus compañeros declarando que es una tradición y que ellas no se sentían ofendidas ni acosadas. Una postura que estoy seguro cambiaría si quienes estuvieran desde esa ventana fueran, por ejemplo, menores no acompañados.
Algunos que no ven tan graves estos hechos se amparan en que es algo que se lleva haciendo muchos años, pero lo verdadero es que una tradición que es un claro ejemplo de acoso callejero contra la mujer nunca podrá ser válida. Otros que también defienden lo sucedido lo hacen de acuerdo con las declaraciones de las chicas, pero lo cierto es que sería difícil que una chica culpe públicamente a personas con las que conviven o incluso les una algún tipo de relación. Si verdaderamente ni ellas mismas se dan cuenta de la gravedad de los actos estamos ante el reflejo del día a día de muchas parejas jóvenes y no tan jóvenes.
Los que justifican que unos individuos griten “salid de vuestra madriguera como conejas” u “os prometo que vais a follar todas en la capea” son los mismos que ven un escándalo que se imparta educación sexual en los centros educativos; algo que como vemos es cada vez más urgente tanto para los hombres como para las mujeres. Para evitar males futuros se debe educar desde pequeños tanto en casa como en el colegio.
Dos países, Irán y España, donde en uno las mujeres ansían salir de ese calabozo imaginario en el que se encuentran y, en otro, una mayoría social, aspira a seguir avanzando y no retroceder en derechos, aunque a veces no lo parezca.