Desde hace algunas semanas corre el rumor de que habrá un gran apagón eléctrico en Europa y nos sumiremos en el caos. ¿Qué hay de cierto en esto? Pues poca cosa.
El origen de esta psicosis colectiva está en unas palabras de la primera ministra austríaca, en las que afirmaba que su país estaría preparado para un gran apagón eléctrico. A partir de esas palabras el rumor comenzó a crecer y crecer y actualmente las ferreterías españolas se encuentran sin stock de hornillos para cocinar. No hay mal que por bien no venga, pensarán los ferreteros.
Para que se produjese este gran apagón deberíamos de consumir mucha más energía que la que somos capaces de producir (o comprar) Hace unos días, Pedro Fresco, director general de transición energética en el gobierno valenciano hizo un hilo de Twitter bastante explicativo:
Respecto a los problemas de gas natural, España tiene una reserva de 40 días de abastecimiento. Durante Filomena, el episodio energético más tenso vivido hasta la fecha, consumimos 2 días de esas reservas.
Además de en la falta de energía, este rumor se asienta en que vamos a sufrir una enorme tormenta solar que destrozará los sistemas de comunicaciones a nivel mundial, o un virus informático que hackeará los sistemas eléctricos de los países. La imaginación sobre apocalipsis es infinita, excepto cuando los chinos se ponían mascarillas en Wuhan, ahí nos reíamos más de ellos y pensábamos menos en pandemias mundiales.
Algunos políticos han abanderado este fenómeno, como Jorge Buxadé o Macarena Olona, dos pesos pesados del partido VOX. Usando este miedo colectivo contra el gobierno de la nación.
En síntesis, ¿Podría haber un apagón eléctrico? Sí, al igual que podría caer un meteórito, surgir una nueva pandemia, o que nos atropellase un coche cuando fuésemos a comprar el pan. ¿Hay pruebas sólidas y científicas para pensar que esto puede pasar en el corto plazo? No, ninguna