- Las mujeres de entornos rurales tardan una media de 20 años en poder dejar a su agresor.
- El aislamiento, la falta de oportunidades laborales y la mayor presión social en estas zonas hacen que la violencia de género se agudice
Así se desprende de un reciente informe elaborado por el Ministerio de Igualdad en el que pone de manifiesto que en las áreas rurales las mujeres son más vulnerables a sufrir violencia de género; el mayor aislamiento, la falta de oportunidades laborales para las mujeres, la imposibilidad de conciliar o el mayor control social provocado por entornos familiares más cerrados hacen que haya que poner el foco en estas zonas para luchar, de forma más efectiva, contra la violencia machista.
Uno de los principales factores a tener en cuenta al analizar el impacto de la violencia de género en estas zonas, es la feminización de la pobreza. Por norma general, en los pueblos, encontrar trabajo es más complicado para las mujeres, así como poder conciliar, esto hace que, en las mujeres maltratadas, exista una mayor dependencia económica hacia los maltratadores, lo que incrementa las situaciones de violencia económica, al no tener las mujeres independencia económica, o tenerla limitada, más aún en los casos dónde hay hijos
Los entornos familiares y sociales más pequeños también son otro factor a tener en cuenta, ya que la presión social se recrudece si la víctima decide denunciar a su agresor por violencia de género y “señalarse” de forma pública. Además, el estudio incide en que la visión de las mujeres de estas áreas sobre la violencia machista la circunscriben más al ámbito de la esfera privada, lo que deriva en una invisibilización de las agresiones y una mayor incapacidad de salir de una relación de maltrato.
El estudio del Ministerio también apunta a que en este tipo de poblaciones hay una mayor pervivencia de los roles tradicionales, lo que acrecenta la desigualdad y limita la capacidad de las mujeres para identificar los casos de violencia machista. Otra de las conclusiones es el mayor desconocimiento de las mujeres de las diferentes herramientas y programas que tienen a su disposición para salir de relaciones violentas, lo que da lugar a un sentimiento de aislamiento y desesperanza frente al agresor.
Concluye el informe señalando que una de las principales medidas a tomar sea que en las campañas de lucha contra la violencia de género se tengan en cuenta las particularidades de las áreas rurales para que dichas campañas surtan efecto y las mujeres se vean reflejadas en esas posibles situaciones de violencia.