José María Martín
Trovador en la Última Frontera
El País de nunca jamás
Corría el año setenta y dos,
la tele en blanco y negro,
como la vida en España,
era Caudillo, el Dictador,
que seguía dando caña,
pero por gracia de Dios.
Fijarse si ya hace unos años,
pues, en los Estados Unidos,
de esa América, de antaño,
se produjo allí, un escándalo,
que igual a todos os suena.
Leed, leed, merece la pena.
Las cloacas del estado,
con policías corruptos,
servicios de inteligencia,
gente de mala conciencia,
con dineros del gobierno
y de manera no oficial
Se dedicaron a investigar,
desprestigiar y difamar,
a políticos rivales,
a partidos y entidades,
con los que no comulgaban,
con los que rivalizaban.
Pues gracias a dos periodistas
y a una prensa independiente,
el caso fue descubierto,
y se le informó a la gente
y esto hizo dimitir,
al entonces presidente.
Sesenta y cuatro juzgados,
y eran cargos importantes,
muchos fueron condenados
y pagaron con la cárcel,
el haberse aprovechado
y a la oposición espiado.
La prensa, el cuarto poder
que tiene la democracia,
actuó para defender,
sin ninguna suspicacia,
la libertad, el pluralismo,
la verdad y la tolerancia.
Pero en este país,
país de nunca jamás,
en el que han pasado,
algunos casos similares,
cincuenta años después,
Nunca jamás pasa “ná”.
Porque la prensa en España,
grandes grupos mediáticos,
pocos, con muchas cadenas,
tienen para darle a todos,
a cada cual, su parcela,
pero todos controlados.
Son sociedades anónimas,
de anónimas nada de nada,
tienen nombres y apellidos,
los que manejan los hilos,
consejos de administración,
que actúan como cocodrilos.
Que hay que crear un partido,
de derecha más moderada,
para poder rascar los votos,
en la Cataluña emancipada,
apostemos por Ciudadanos,
que ese suflé lo bajamos.
Que hay que dañar el PSOE,
que lo estaba haciendo bien,
nos creamos una crisis,
la culpa es de Zapatero,
le damos por el trasero
y hasta ganamos dinero.
Está la gente descontenta
y el garito nos revienta
como sigamos jodiendo,
démosle cancha a Podemos,
a las tertulias a abogar,
parlotear y chismorrear.
Y cuando vieron que el tiro,
les salía por la culata,
que esa fuerza aumentaba,
que la izquierda pactaba
y una moción de censura,
acordaba y concertaba.
Echaron mano de esbirros,
de las cloacas de estado,
de comisarios corruptos,
de los periodistas súbditos.
Y hubo alguno reconocido,
que era estómago agradecido.
Fabricaron pruebas falsas,
informaron de falacias,
farsas, cuentos y trolas,
inventándose patrañas,
para que, con esta artimaña,
no gobernaran España.
Antes de las elecciones,
para influir en la gente,
desmotivar al votante,
incidir en los electores,
condicionar los sondeos
y afectar los resultados.
Y casi, casi, les sale bien,
pero casi, no bien del todo,
pues, aunque algo se perdió,
dio para que hubiese acuerdo,
pues las izquierdas pactaron
y gracias a Dios, gobernaron.
Y subió el salario mínimo,
nueva reforma laboral,
se subieron las pensiones,
subieron los cotizantes,
bajó el paro y desempleo,
a menos de tres millones.
Ayudas al combustible,
a la luz, el IVA se lo bajaron,
hubo ingreso mínimo vital
y parecía un grajo blanco,
impuestos a petroleras,
eléctricas y a los bancos.
Pero, tocaron a los poderosos
y estos no se estarán quietos,
empezarán a difamar, denigrar,
vilipendiar y desprestigiar,
e intentaran hacer picadillo
a quien les ha tocado el bolsillo.
Resulta que, en este país,
País de nunca jamás,
no hubo juicios, ni penas,
ni juzgados, ni condenas,
ni dimisiones, ni sanciones,
a los que querían con mentiras
influir y afectar las elecciones.
Pues tendremos que aprender,
viendo la prensa que tenemos,
a descifrar y descodificar,
comprender e interpretar,
deducir, entender y captar,
las noticias que nos dan.
Quiero romper una lanza,
por el periodismo libre,
en donde algunos trabajan,
ellos tienen que luchar
para contarnos la verdad,
les tenemos que apoyar.
Habrá que pensar en leyes
que les impidan concentrar
medios de comunicación.
La acumulación de poder,
en grupos de información,
no es la mejor situación.
Echando mano del dicho:
“La información es poder”;
hagamos caso al refranero,
que en su saber nos explica:
“Que el poder y los dineros,
son muy malos consejeros”.