José María Martín
Trovador en la Última Frontera
Nobleza obliga
Esta palabra señores,
hoy en el diccionario,
goza de dos acepciones.
Tener título nobiliario,
concedido por un Rey
y además hereditario.
Y por derechos de sangre,
cuentan y poseen control,
económico, social, político,
de un estado o una región,
y por linaje o alcurnia,
se sienten en el derecho,
de sacar todo el provecho.
Estando siempre al acecho,
por si viene una pandemia
y estando el mundo desecho,
que hacen falta mascarillas,
o algún que otro pertrecho,
como alcohol, o algún test,
o algún guante de desecho.
Un noble siempre estará,
al frente sacando pecho,
con los contactos ya hechos,
un buen contrato apañado,
pero según yo sospecho,
una impropia comisión,
quedando así satisfecho.
Qué os parece un millón,
por mi nombre, por mi cuna,
por mi apellido, mi alcurnia,
por mi abolengo y linaje,
por mi grandeza de España,
pues menos sería un ultraje.
Y para mi colega necesario,
que no es otro que un pariente,
que además es empresario,
por ser todo un caballero,
pues otros cinco millones,
por tocarse los cojones.
Pero qué vas a esperar,
si los títulos de nobleza,
los va dando la realeza.
Otros que llevan ya siglos,
apañando sus arreglos,
y arreglando sus apaños,
de expolios y comisiones,
para más tarde sin pudor,
andar pidiendo perdones.
Pues existe otra nobleza.
También dice el diccionario,
que es, la cualidad de noble.
No es otra cosa que tener,
honestidad y honradez,
sinceridad, desinterés,
altruismo y lealtad,
generosidad y bondad.
Como toda aquella gente,
que, sin estar al acecho,
cuando hubo necesidad,
la pudimos encontrar.
Como mi primo Juamba,
Que vende en los baratillos,
se puso a hacer mascarillas,
pagándolas de su bolsillo.
O como mi cuñá Ali,
que se fue para el hospital,
porque ella era enfermera,
y trabajo no tenía,
se presentó voluntaria.
Después la contratarían.
O al de la venta de Lora,
que hacía café y bollería,
para todos los camioneros,
que no tenían donde parar,
aquellos primeros días.
Hay tanto y tanto testimonio,
de gente que se volcó,
para ayudar sin pensar,
médicas y enfermeros,
aunque jubilados ya,
fueron a echar una mano,
sin dinero y sin cobrar.
Y no solo no cobraron,
sino que hubo muchos,
que con su vida pagaron,
tanto valor y dignidad
decencia y generosidad.
Esto es nobleza señores.
Y no la bellaquería
de nobles que, sin conciencia,
cobran esas comisiones,
pues un robo, es lo que es.
Y luego vengan y digan
que es que la Nobleza, Obliga.