José María Martín
Trovador en la Última Frontera
La mitad de un quinto premio
Ayer, veintidós de diciembre,
como es la tradición,
se celebró el gran sorteo
de Navidad, ¡que ilusión!
Yo no soy muy de jugar,
mas, este sorteo me encanta,
pues, me gusta que los premios,
sean muchos y se repartan.
Reparten decimos las peñas,
de carnaval, y culturales,
en las fiestas navideñas,
clubs de futbol, sociedades,
y asociaciones lojeñas
Las familias se regalan,
los amigos se reparten
la suerte y el porvenir,
los compañeros comparten.
Y siempre hay alguien,
al que todos conocemos,
que ya sea poco o mucho,
le toque y nos alegremos.
O a familia que emigró,
y vimos por televisión
descorchando una botella,
bien de cava o de champan,
pues, tuvieron buena estrella.
Se forma juerga y jarana,
corren el vino y las risas,
si es temprano el aguardiente,
las cadenas publican y televisan
el regocijo, y la alegría de la gente.
Todo el mundo participa,
le haya tocado o no,
el fervor es contagioso,
la bulla y la diversión.
Por to esto, yo no entiendo,
esa otra lotería,
que llaman euro-millón,
donde solo a uno toca,
pero le toca un pastón.
Sin que nadie lo celebre,
le causa una enritación,
al que le toca se pierde,
y nadie allí se enteró.
Desaparece sin más,
ni hay amigos, ni familia,
ni nada que celebrar,
y como poco se exilia.
Vive asustado toa la vía,
mirando patrás y palante,
y si lo pilla algún vivales
de esos, de blanco guante,
le quita los pedernales.
Y se queda sin peculio,
sin capital, sin riqueza,
sin fortuna, sin caudal,
sin plata, cuartos, o pasta,
por estafa piramidal.
Sin amigos, sin vecinos,
sin familia, sin sobrinos,
por no querer compartir,
va solo por los caminos.
Por tanto, a eso no juego,
no quiero tanto dinero,
que yo con algún pellizco,
puedo tener buen consuelo.
Y juego a los pajaritos,
que, de cada tres, uno,
recuperas por lo menos,
y, con un poco de suerte,
te sobra pal desayuno.
Y si la suerte es mucha,
te toca una linda pasta,
de la que no quita el sueño,
pero para un sueño, basta.
El que quiera seguir jugando,
a lo que nunca, nunca, os lo aseguro,
que nunca, os va tocar,
y lo digo, porque os lo puedo jurar
Pues he estado trabajando,
en un despacho de lotería,
en falta un buen amigo mío,
que, de vacaciones partía
Y eran miles los boletos
que rompía, con rabia y dolor,
boleto a boleto, un cesto pequeño,
y cesto a cesto, un barreño,
barreño a barreño, un contenedor.
Se puede seguir soñando,
pero solo una semana
de cada tres o cuatro,
la recompensa se gana,
pues, las otras, sale vano.
Y tiene que combinar,
que seas tú el afortunado,
de los trecientos millones
de europeos que han jugado.
Yo me quedo con mis pajaritos,
la Once, el Niño, o la Navidad,
tocará menos dinero,
pero con más alegría,
júbilo, dicha y felicidad.
Que por cierto que este año,
si queréis, me podéis felicitar,
pues un buen pellizco he pillao,
la mitad de un quinto premio,
de un décimo que había jugao.
Si has llegao al final
y entero lo has leío,
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y si mus vemos sus convío