
José María Martín
Trovador en la Última Frontera
El tendero de tu barrio, seguro que te responde si algo te sale malo, pero si no te convence, va y lo pones colorado.
Hay quién sin reflexionar,
a capa y espada defiende,
los grandes supermercados,
y la verdad, no se entiende.
Argumentan para ello,
el trabajo que estos crean,
y analizando un poquito,
esto no es la panacea.
Aunque tengan cien currando,
pensar que un supermercado,
crea puestos de trabajo,
es estar equivocado.
Porqué por el otro lado,
están los que se destruyen,
los del comercio local,
y así el pueblo, no fluye.
La cuenta sale fatal,
pensando todas las tiendas
de tu barrio que se cierran.
Pues todos esos trabajos,
seguramente se pierdan.
Se pierden los alquileres
de los pequeños comercios,
las reformas, escaparates,
obras, carteles, negocios.
Hay menos repartidores,
afectando-se el transporte,
lo que en puestos de trabajo
también eso, tiene coste.
Al igual, los productores
de mercancías cercanas,
su actividad disminuye,
y así el pueblo no fluye.
Los grandes supermercados,
son de corporaciones
con ventajas para el fisco,
y contribuyen bien poco,
a nuestro erario público.
Los hábitos de consumo,
poco a poco van cambiando,
nos venden lo que ellos quieren,
y nos vamos transformando.
Sin pensarlo, has comprado,
algo, que no te hacía falta,
no has podido resistirte,
sí usan la palabra “oferta”.
Tener que coger el coche,
y tragarte algún atasco,
también en coche la vuelta,
que se te haga de noche,
y otro atasco, esto da asco.
Yo no veo las ventajas
comprar en el mismo sitio,
el pescado, lencería,
la carne, el pan, la leche,
las frutas, y droguería.
Porque si lo piensas bien,
la oferta se disminuye,
pues cada tienda en su ramo,
más productos distribuye.
En el negocio local, hay
más surtidos y variedad,
de más formas y colores,
mucha más diversidad.
Más caros y más baratos,
todos con su explicación,
te darán todos los datos,
tendrás buena información.
Productos buenos, y malos,
te formas una opinión,
viendo tus necesidades,
tomaras la decisión.
Pero en el supermercado,
solo habrá una cosa o dos
que te podrás tú comprar,
sin saber que es lo mejor.
Pues explicación, no incluye,
es poca la variedad,
todos cogemos lo mismo,
te tienes que conformar.
Y luego, ¿Quién te responde?,
Si algo no te funciona,
o vanos están los ajos.
Pon una reclamación, que es,
“lo que Porras dího en los Tahos”.
El tendero de tu barrio,
seguro que te responde
si algo te sale malo,
pero si no te convence,
va y lo pones colorado.
La confianza que ofrece,
en tu barrio los tenderos,
son amigos, son vecinos,
pescaderos, panaderos,
comerciantes y fruteros.
Ellos también fomentan,
producto de proximidad,
con menos intermediarios,
y mayores rendimientos,
para el productor local.
Menos huella de carbono.
Mas sostenibilidad.
Todo más fresco y lozano.
Autentico y natural.
Lo mismo los beneficios.
Los del comercio local
circulan por todo el pueblo,
y no paran de rular.
Porque nuestros comerciantes,
también tienen que comprar,
o cambian el cuarto baño.
El desayuno, y la copa
al medio día, en el bar.
Si necesitan abogados,
farmacias, o floristerías.
O que lleven las cuentas,
en alguna asesoría.
¿Quién?, le cambia el cuarto baño
al dueño el supermercado.
¿Dónde?, se toma las copas,
¿A quién?, tiene de abogado.
El beneficio se escapa.
Ni rula, ni crea riqueza.
Entre los dedos se escurre,
perdemos toda la fuerza,
y así el pueblo no fluye.
No voy al supermercado.
Ni Antequera, ni a Grana.
Esto yo lo tengo claro,
Que, en el pequeño comercio,
es dónde me encontraras.
No quiero las marcas blancas.
Y como no soy adivino,
yo compro dónde me cambien,
un melón que esté pepino.